Capítulo 4

2.3K 128 49
                                    


- - - El plan perfecto - - -


Eran cerca de las 7:00 de la mañana, cuando el despertador de Scott sonó. Él, al instnate lo apagó y aunque no quería, tuvo que levantarse.
Se dirigió hacia el baño para labarse los dientes y lavar su cara para despejar el sueño.

Una vez ya más activo, se colocó la ropa deportiva y bajó con prisa hacia la cocina. Su mamá se encontraba en la pequeña mesa de la cocina tomando un café bien preparado.

-Hola mamá.

Ella despejó la mirada del libro que leía.
-Oh, hola hijo. -Scott se acercó para darle un beso en la sien.

Scott se aproximó al refrigerio para servirse un vaso con jugo de naranja y tomó un pequeño bowl para servirse cereal.
Una vez ya preparado su desayuno, se fue a sentar en la mesita frente a su mamá.
-¿A qué hora se fue mi papá?

-Poco después de que tú fueras al partido. 

Él asintió dando un sorbo a su jugo. No le sorprendía que su padre se fuera sin despedirse.

Al cabo de cinco minutos, Scott se levantó y dejó los trastos en el lavavajillas. Se despidió de su mamá y salió de la casa. El clima era fresco en la mañana pero él sabía que no duraría por mucho. El calor del verano arrasaba con todo y debía aprovechar de la brisa fría de la mañana. Sin darle mucha importancia, comenzó con su rutina. Corría a lo largo de la manzana y después se adentraba al bosque para correr por colina tras colina. Aquella rutina era temporal debido a que ahora ya no tendrían los entrenamientos de Lacrosse.

Cuando iba de regreso, decidió reducir la velocidad de sus pasos. Escuchó el sonido de un camión detrás de él. Se giró para ver de qué se trataba y vio como un camión de mudanzas pasaba al lado suyo y se detenía a varios metros delante de Scott. El conductor y dos de sus ayudantes bajaron de la parte delantera del camión y abrieron la parte trasera, varias cajas apiladas se encontraban en él.

Un señora de cabello castaño oscuro, corto hasta la altura de su cuello, salió con una radiante sonrisa en la cara para atenderlos.

-Buenos días Sra. Johnes.

-Buenos días muchachos. Por aquí -La señora les hizo un ademán para pasar a los ayudantes que cargaban el extenso sillón dentro de la casa.

Scott sabía que aquella casa estaba en venta desde hace más de medio año. Los que residían antes, quedaron abrumados por todos los sucesos inexplicables que ocurrían en Beacon Hills y decidieron mejor marcharse dejando en claro que el pueblo estaba maldito.

Muchas veces, aquellas podían ser las consecuencias desafortunadas de los residentes de Beacon Hills, a los que no se les podía dar ninguna explicación honesta.

La Sra. Jhones volvió a salir recibiendo cajas en ambas manos.
-¡Carol! ¡Baja y sé eficiente!

Scott se aproximaba cada vez más estando atento a la escena y se detuvo al ver una chica que salía con paso lento -por no decir que sus pasos daban una imagen jodida- hacia el camión de mudanzas. Llevaba los auriculares puestos y llevaba ambas manos en los bolsos de su chaqueta.
-Ya voooy -Resopló la chica con fastidio.

Scott se quedó enfocado en la chica, provocando el descuido de chocar contra la Sra. Jhones.
-¡Lo siento! -Dijo apenado, ayudando a recoger la caja que cayó al suelo.

La Sra. Johnes lo miró y le sonrió con amabilidad.
-No pasa nada muchacho. Tienes suerte que dentro de ésta caja sólo se encuentren almohadas -Bromeó.

A su lado, la chica de los auriculares, se percató de la presencia de Scott y se volvió a girar completamente nerviosa de repente.

-Veo que son nuevas por aquí. Por cierto, soy Scott.

And now? - ScaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora