Capítulo 14

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Dedicado a Tamara-Hale

Recuerden llegar hasta el 🎶 y comenzar a reproducir la canción

- - - Recuerdo escondido - - -


<<Toc-toc>>

No hay una señal.

<<Toc-toc>>

De nuevo, ni un sólo ruido de alguien aproximarse.

<<Toc-toc>>

Y por tercera vez, ni una sola señal.

Scott cerró sus ojos y recargó su cabeza en la madera de la puerta.

-Malia, por favor abre. Sé que estás ahí.

Espero un momento. Específicamente, quince segundos que le parecieron eternos.

-Malia, aquí estoy. Vengo a pedirte perdón y a hablar de una vez, siento no haberte dado tiempo. Yo... yo fui un tonto, lo admito. En la clínica descubrí que tenías razón, no sólo se trata de una persona. Pero quisiera que discutiéramos lo demás y que averiguáramos más pistas juntos, como debe ser...

Sonrió levemente sacando de su chaqueta de cuero un traste con tapa donde el calor era delatado por el vapor que empañaba el mismo traste.

-Mira, he traído tus alitas favoritas. -Agitó el traste con el vano intento de que ella lo escuchara.

Esperó un par de minutos más pero lo mismo, nada pasó. 

Con las sospechas creciendo en su consciencia cada vez más, salió del pórtico y comenzó a rodear la casa hasta llegar a la ventana de la habitación de Malia. Vacía, con la cama ordenada y sin una esencia de su aroma.  

Mirando a ambos lados, Scott se cercioró de que nadie estuviese a la vista y así levantó la ventana para irrumpir dentro de la casa. Se atrevió a encender la linterna de su teléfono y así buscar cualquier rastro de Malia. Pronto, algo reflejó la luz de la misma linterna hacia su ojo. Con cuidado y un poco confundido, pudo percatarse de que había alumbrado al retrato de una fotografía. Se acercó y tomó el retrato con su mano desocupada. Sus comisuras se levantaron al ver la foto; eran ellos dos abrazados de hombro a hombro con el entusiasmo a tope por que sus planes fueron completamente diferentes a los que tenían en mente al entrar en aquel bar aquella noche en donde el verano ya comenzaba a hacer su llamado.

-Bien, ya sabes cuál es el plan...

Malia rodó los ojos irritada por las numerosas veces en que el chico moreno le aclaró la idea.

-Sí, yo asecho y tú te acercas. Lo he tenido claro en las últimas siete veces que me has preguntado. Ahora, ¿Entramos?- La emoción de ella daba motivación a él; le daba el impulso de pensar en que nada malo podría pasar.

Ambos entraron al bar sintiendo el ambiente cálido lleno de personas ebrias y con ganas de pasar un buen rato. Su presencia pasó desapercibida al ser varias parejas de baile el centro de atención. Bailaban al ritmo de canciones pertenecientes a la música country. 

Ambos intentaron visualizar su objetivo y lo consiguieron, el mismo señor gordo que huyó de su tercera multa a las afueras de Beacon Hills por conducir carga pesada en estado de ebriedad atropellando a uno de los oficiales en la última vez. Se encontraba sentado frente a la barra en donde varios se agrupaban a pedir grandes tarros de cerveza. Reía con varios otros hombres entre chistes vulgares o sin sentido y vestía la misma camisa con la misma gorra sucia que coincidía con la descripción antes proclamada por los corporativos. 

And now? - ScaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora