Capítulo 28 (Segunda parte)

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En menos de quince minutos, ya estaban frente al seminuevo edificio ubicado en los suburbios de la ciudad. Los chicos se amontonaron en el elevador y supieron que el encuentro con la hermana de Indira sería en un lugar apartado cuando ella presionó el último de los botones que no correspondía a ninguno de los pisos conformados por departamentos.
Y como lo habían sospechado, llegaron a un piso con una ancha puerta de emergencias frente a ellos. Dieron con la azotea y fueron guiados por Indira a través del ancho pasillo con almacenes a los lados, ella explicó que, a los que se les otorgaba uno de esos cubículos, eran exclusivamente residentes de ahí. Alguno que otro almacén tenía un candado tras largas tiras de cadenas; unos estaban más cuidados y con la pintura mejor conservada que otros.

Su guía se detuvo frente a uno que reflejaba a grandes rasgos su descuidado aspecto; las láminas rasgadas y de pequeños a grandes destrozos marcados en cualquiera de sus cuatro rejas. Y no fue el peor que habían visto.

La noche y la escasa luminosidad del faro no permitían una vista clara de lo profundo de este almacén, con una mirada de advertencia para tomar sus distancias, Indira se acercó poco a poco hasta quedar al margen de la reja.

-¿Amelia? Soy Indira. Aquí estoy, he llegado...

Con la intriga de todos acumulándose en una enorme nube encima de ellos, en pleno silencio escucharon los temerosos pasos de la menor de las hermanas. La aludida apareció de entre las sombras, con los ojos al borde de las lágrimas.

-¿Indira? ¿D-de verdad eres tú?

-Sí, soy yo -Intentó mantenerse fuerte pero la voz se le quebró.

Amelia sonrió como una persona que encuentra un oasis tras haber estado días en el desierto. Pero tan pronto y como todos sus sentidos se relajaron por la presencia de Indira, estos se reactivaron bruscamente y feroz al caer en cuenta de la presencia de los demás.

-¿Quiénes son ellos? -Intentó alejarse pero Indira quiso retenerle para poder explicarle, pero Amelia se apartó del otro lado de la reja como si esta quemara. -¡¿Por qué estan aquí?! ¡¿Les has dicho qué soy yo?!

Supieron que Amelia estaba atada a cadenas por las muñecas cuando intentó safarse, dispuesta a deborar a cualquiera que estuviera a su alcance.

-¡Se hará daño! -Gritó Indira horrorizada con lágrimas en el rostro.

Realizar que, por primera vez, tantas personas la observaban en esa condición, alteraba más que un enojo contenido dispuesto a ser descargado aquella noche de Luna llena.

Scott con algo de esfuerzo logró quebrar la cadena que impedía abrir la reja y su candado también, enseguida entraron para frenar las acciones inconscientes de la chica. El alfa tomó sus brazos y James se adelantó a tomar sus pies, los demás alcanzaron una vieja y oxidada silla, y cinta de aislar guardada en una de las polvorientas cajoneras de metal.

Indira intentó hacerle entrar en razón de nuevo, pero era tan peligroso que James la apartó. Scott, teniendo en cuenta el deber y la responsabilidad, se posicionó frente a ella y se agachó hasta quedar a su altura. Tomando un profundo suspiro, le mostró su verdadera identidad, sus iris se transformaban y también los de ella.

-El Sol, la Luna, la verdad...

Y lo repitió una vez más, tratando de conseguir el pleno interés de la chica. Al principio se resistió, mirando a diferentes lados, evitando la mirada cargada de poder de un verdadero alfa. Con el tiempo, Amelia comenzó a ceder hasta que las marcas en sus muñecas dejaron de adquirir más profundidad por las cadenas que las retenían. Su respiración llegó a una gélida e imperceptible, el latido de su corazón ya era de un ritmo aceptable y las facciones de su rostro regresaron a la normalidad. Había quedado verdaderamente agotada y cada uno de los hombres lobo en ese lugar pudo sentirse identificado.

Con cuidado, los chicos le desataron las cadenas y la cinta.

-Está bien, sólo necesita descansar. -Concluyó el alfa, aunque le extrañó que su agotamiento fuera tal.

Fue hasta un par de minutos después que a Indira le permitieron acercarse a su hermana. Se abrazaron y soltaron lágrimas que no cesaron hasta que un golpe en la puerta de emergencias y el sonido del bullicio de varias personas los sobresaltó a todos. 

-¡Amelia! ¡Sabemos que tu hermana está ahí!

Los chicos buscaron la manera de salir de ahí y pasar desapercibidos. Stiles señaló la escalera de incendios pero Scott lo impidió por prevención, pues supuso lo obvio: más personas estarían esperando a Indira al final de estas.

-Indira -Llamó James. -Tú y Amelia vayan a ocultarse entre las rejas...

James estaba preparado para que alguien dejara abrir esa pesada puerta y luchar con las personas que estuvieran ahí, sin importar cuántas fueran. Creyó que esta vez tendría un poco de ayuda con el apoyo de los demás chicos, quienes no dudarían por mucho en ayudarle, pero Scott fuera de sus instintos primitivos, razonó las únicas consecuencias.

-No James, no pelearemos.

El castaño no le hizo caso, pensó que había sido un reflejo de protección en sí mismo, pero al notar que a su lado, los demás prefirieron mantenerse al margen de lo que Scott ordenó, frunció el ceño y le miró.

-¡Son cerca de una docena! -Alardeó James, creyendo que la negativa del alfa se debía a una incierta incapacidad de poder quitar de su vista a esas personas.

-Tal vez lo sean, pero no sabemos si llegarán más. Si lo hacemos, entonces nos expondremos también.

Y tenía razón, si le podían llamar libertad a la poca privacidad que ahora tenían, siendo observados por el gobierno, menos iban a poder hacer algo con los ojos de todos en la mira privados por completo de una libertad segura.

James levantó los brazos al aire, resignado y constante en recalcar la falta de otra opción. Scott se concentró es buscarla, el tiempo corría y la muchedumbre estaba cada vez a menos de poder irrumpir en lo que por unos minutos, fue su zona segura.

Miró a su alrededor, no había más que otros edificios de diversos tamaños, entonces la solución llegó a su mente, y dirigiéndose al castaño, preguntó:

-¿Has saltado alguna vez?

La razón del por qué hice esta segunda parte es, que en el capítulo anterior, alcancé más de 3000 palabras, así que decidí dividirlo como precaución ya que, en una ocasión anterior (Ya tiene tiempo), escribí mucho en una parte y después se borró. Por eso tal vez les sorprenda que sea muy corto, pero esta parte no hubiera encajado en el capítulo 29, (Que pronto leerán).

Gracias por su atención ❤

And now? - ScaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora