Capítulo 30

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Λούνα


De cómo la conexión única entre Licaón y la Luna sigue presente entre nosotros...

El heredero de toda la fortuna del grandioso Pelasgo, fundó la grande y conocida Licosura, la ciudad más antigua de Grecia. En lo más alto construyó un templo en honor a Zeus, comenzando con la práctica de sacrificios humanos. No se sacrificaban personas del lugar, sino a los viajeros que pasaban por la misma ciudad.

El dios de los cielos, alarmado por sus mensajeros, decidió bajar disfrazándose de un visitante común y poco importante como cualquier otro. Pero todos supieron que éste no era simple y corriente, pues resplandecía a todo momento y los rumores se esparcían. Fue así que Licaón, entre la duda de lo que sospechaba, le ofreció un plato de carne humana para comprobarlo. Zeus se indignó tanto que en referencia al nombre del nuevo rey de Arcadia, lo convirtió en un grande, horrible y temido lobo.

Le dio la gracia que cada diez años, sino había comido carne humana, volvía a ser humano. Pero cada vez que tomaba la forma de hombre, los sacrificios y su tentación por la carne humana volvían y con ello su figura en lobo.

Licaón no se resignó, cada poco tiempo en noches de luna llena, salía al claro del bosque o a los caminos escondidos, a aullar pidiendo el perdón de Zeus, y para comer al que pasara por el lugar.

Pero esa es sólo una versión de lo que la mayoría cree. 

Pobladores del reino de Arcadia cuentan que Licaón aullaba por su soledad, aullaba de dolor, de amor... ¿La razón? Una conexión indescriptible de los que varios creían que el responsable era Eros condenando al lobo por órdenes del despiadado Zeus.

Pero ni el hijo de Venus y Marte, ni el Dios de los cielos tuvieron que ver con esta condena. El lobo solitario era un adicto a la carne humana, su consecuencia fue quedarse sin ninguna compañía, y lo detestaba, por que le aterrorizaba.

Y cuando conoció a Λούνα, aullándole sus lamentos primero, luego sus penas y finalmente, sus sentimientos, Licaón supo que no había hecho semejante conexión con nadie más en los siglos que llevaba vivo.

La hermosa Luna lo escuchaba y le acompañaba para las noches más oscuras, donde ella aparecía en su máximo esplendor. Esperaba algunas noches, donde su amada se mostraba sólo un poco, o a veces nada, hasta que llegaba el día donde podía verla en su magnífica figura; resplandeciente, inalcanzable y bella.

Hasta el día de hoy, el amor entre el rey de Arcadia y la Luna sigue estando presente entre todos y cada uno de sus herederos.

Hijos de Licaón y Λούνα están condenados y al mismo tiempo, bendecidos, a esta conexión de emociones y sentimientos revolventes, que más que hacer de la compañía de uno con el otro, forman una unión que involucran la pasión, amor, angustia y dolor, sólo una vez en su corta vida.

Todo hombre está destinado a encontrar a su brillante y resplandeciente Λούνα, su verdadera y única gran fuerza.

And now? - ScaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora