Capítulo 34

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- - - Unexpected - - -

Horas más tarde, ya de mediodía, la manada se alistaba para comenzar a acomodar maletas en los diferentes coches de cada uno, o de la mayoría. Si la comunicación entre todos se había recuperado, con James e Indira y su hermana tratando de acoplarse a los ocho integrantes, también las discusiones. Pequeñas y absurdas; sin embargo seguían deteniéndose por ello.

-Que esa no es la ruta... ¡Ya la he checado por segunda vez en google maps! -Dijo uno.

-Deberíamos poner las instrucciones que este nos de y ya... -Sugirió otra.

-Ya les dije -Alzó la voz Malia haciendo uso de su paciencia.- ¡Chequemos el mapa y ya! No cuesta nada, ¡Vamos chicos del ahora, tampoco hay que olvidar buenas técnicas de la vieja escuela!

Con un suspiro lleno de desgana por parte de todos, se juntaron con ella a regañadientes y trazar el camino a su hotel. Esa misma tarde, al atardecer, partirían en diferentes carros. Ahí los integrantes de la manada esperarían por sus familias en los próximos tres días. Era económico, a tres horas de ahí y por las opiniones en internet, cómodo también.

La patrulla del sheriff los obligó a tomar una posición de alerta, esperaron no ofender al mayor de los Stilinski, aunque él comprendiera su comportamiento; nunca se sabría si en esos momentos fuera a ir solo o acompañado por un soldado del ejército. El papá de Stiles sólo pasó a revisar qué necesitaban los chicos, y para su alivio, todo estaba en orden, entonces dio los informes a la manada, a Argent y a Derek.

-Hemos entrevistado a Cynthia, ella lo niega todo, no afirma, jura ser inocente. Ya por nuestra cuenta, hemos revisado cámaras, registros de salida, de compras en sus tarjetas de crédito... y nada que la vincule a los hechos. Seguirá bajo arresto, no ha sido descartada por completo y dudo que lo haga pronto, aparte, el ejército quiere mantener en calma al pueblo con esta "mentira blanca" más, pero no les mentiré a ustedes, al parecer todo parece arrojar a que, no ha sido ella.

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Sólo quedaba la mitad de Beacon Hills y se notaba el desalojo en los lugares públicos. El supermecado estuvo a punto de ser ocupado por gente necia y avariciosa, que quería llevarse cualquier cosa sin pagar ni un centavo. El ejército tuvo que llegar a detenerlos.

Fuera de eso, por las calles en las residencias, pareciera como otro día; desolado y aparentemente tranquilo.

-Oh, yo cargo esa también.

Margareth se sintió apenada y sonrojada aceptó.

-¡Ay, Scott! ¿Qué haríamos sin ti? Es la cuarta caja que cargas por mí...

Scott hizo de su carisma para despreocupar a la señora.

-No se preocupe, usted por ahora no puede cargar cosas pesadas. Por mí, es un placer ser de ayuda para usted y su hija.

Margareth le sonrió confidente.

-Háblame de Scott, me haces sentir vieja.

Rieron. Carol llegó con una gran caja en brazos, ésta pesaba por lo que su mueca demostraba. Scott llegó a tiempo y la ayudó a colocarla. Si llevaban varias cosas era por que las chicas aprovecharían a dejar varias de sus pertenencias en la casa de los padres de Margareth; Carol se iría, pero su mamá no podía, tenía que estar al tanto de la restauración del hospital.

-Aún no veo por qué es necesario que se quede -Farfulló Carol, evidentemente preocupada por su madre, quien ya no los escuchaba una vez que se adentró a la casa. -Los planos de la restauración están listos y el hospital improvisado milagrosamente lleva un orden sin que nadie altere o cambie nada.

And now? - ScaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora