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Como ya lo había repetido miles de veces -sé que no fueron muchas, pero igual sabemos que tenia razón al decir que la pelinegra amaba al chico- y es que después de lo sucedido, fuimos oyentes y espectadores de las buenas noticias que Jos nos había hecho el favor de comunicar y es que al final de todo ella también estaba enamorada de él, haciendo de este el hombre más feliz del mundo; convirtiéndome a mi el chico patético y tonto que se enamoró de la chica equivocada como en toda historia cliché. –Debiste luchar más – recriminó Alan con cierto aire de preocupación. –Sabes que hubiese sido inútil hacerlo– reproche, dedicándole una sonrisa forzada a mi siempre mejor amigo. –Bueno, entonces... –Aquí están– interrumpió el cejon llevándose cualquier rastro de la poca tranquilidad que podía respirar sin él alrededor– Alon, te he estado buscando por todos lados– añadió, obteniendo por mi parte un corta mirada y es que en aquel preciso momento deseaba que solo decidiera desaparecer por siempre con su chica, para que me dejaran tranquilo de una vez. –Debo irme ya– anuncié, poniéndome de pie para poder marcharme de aquel; siendo interrumpido en mi objetivo al ser detenido por el brazo de Jos. –Necesito hablar contigo– soltó, alejando solo un poco la mano de mi antebrazo –Si puedes esperar hasta mañana porque ahora mismo yo... –La amo– confesó, logrando que mi mundo se viniera más abajo de lo que ya se encontraba. –Te felicito– respondí, luchando por sonar feliz cuando no lo estaba. –Quiero que te conozca y... –Realmente debo irme ya– le interrumpi, deshaciéndome de su agarre para al final salir rápidamente de aquel lugar. Si tan sólo supiera que justo amaba a la misma chica que yo amaba y que se había enamorado más por las cosas que escuchaba salir de mi boca que de su rostro.
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