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La cosa más triste de amar a alguien que no te ama es el saber que a pesar de haber sido el tonto que planificó su velada perfecta esta jamás te notara de igual forma por el simple hecho de que el idiota de Jos no fue lo suficientemente valiente para confesar o decirte que no es lo suficientemente romántico como para organizar una cena para la chica que supuestamente ama, pero lo peor del caso es saber esto y haber aceptado las suplicas del cejón cuando se acercó después de no hablarme por casi una semana y aparecer sin más para pedir de mi ayuda. –¿Por qué yo?– cuestione a la defensiva; siendo atentamente observado por el pelinegro –Eres el hombre más cursi y romántico que conozco– respondió con burla. –Cualquier cosa que tu hagas ella lo amara– escupí exasperado –Pero quiero darle lo mejor– suplicó – ayudame ¡Por favor!– finalizó. –Esta bien, lo haré – respondí, rodando los ojos con resignación –Gracias, eres el mejor de los amigos– soltó con orgullo. –Si, claro– solté con ironía – debo irme ya– anuncié para salir de una vez por todas de la vista del cejón. –¡Por favor, Bryan! Solo te pido que me ayudes esta vez– suplique al chico que me observaba con diversión. –Debes dejar de ser el mensajero de ese tonto– escupió con exasperación –No lo soy– me excuse. –Si y yo no me parezco a Ximena Sariñana– soltó con burla, logrando hacer que Freddy y Alan rieran igualmente –Bajo la lluvia no lo pareces– brome –Le haría feliz si la invitan a cenar a ese restaurant que se encuentra en la esquina de esa vieja calle cerca del parque y lejos de todos – soltó Freddy con fastidio. Aquellas fueron justo las palabras que esperaba escuchar para seguir con lo que me habían encomendado y la tontería que continuaba realizando para convencerme de que debía confiar en Jos
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