6. Sola.

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Samara.

Había pasado casi un mes de mi llegada a Tuyasan. Un mes en el que estuve valiéndome por mis propios medios y escondiéndome de Ilay y sus hombres.

Tenía sabido que el gitano más rudo no se quedaría tranquilo al tener a su potencial esposa lejos de el; pero jamás pensé que armaria semejante búsqueda como la que había visto a los alrededores del pueblo.

Tuve mucha suerte de que no entrarán a Tuyasan, porque todos los viajeros se acercan al bar a beber y a ver el espectáculo de la gitana misteriosa.

Mi trabajo está excelente desde el primer día, la gitana misteriosa tenía atrapados a todo el público masculino que pasaba por el bar. Damián y la señora Fitsheral me felicitaron varias veces porque desde que bailo por las noches, El consumo aumento y hasta quizás me darán un aumento de sueldo.

De noche bailó para hombres que no me conocen y de día espero sentada en mi cuarto en la pensión, esperando a tener una noticia de Dylan.
Yo se que el volverá, pero la espera desespera y no quiero recurrir a mis propios medios del saber.

Estuve alrededor de una hora en mi cuarto, sentada en la cama haciendo particularmente nada. Esperaba alguna señal divina que me dijera que Dylan ya volvía a por mi.

Miré al fondo de mi precario ropero, el paño de colores vivos que guardaba mis cartas descansaba en lo alto de una repisa.
Las miré y las volví a mirar; no quería tener que recurrir a esto, yo escapé de los gitanos y no quiero usar esas técnicas.

Escuché unos toques en la puerta de mi cuarto y me sorprendió mucho dado que yo no recibía visitas. Me acerqué con miedo a la puerta y esperé alguna señal que dijera que estaba fuera de peligro.

-¿ Quien es?- Pregunté aún pegada a la puerta.

- Damián.

La voz fuerte y grave de mi jefe me dio la confianza para abrir la puerta,  el estaba parado casualmente y desprendiendo su típico aire de control sobre todo lo que estuviera vivo.

- Quería hablar sobre tu contrato. - Su respuesta, me me asustó un poco.

Deje que entrara en mi habitación, el hizo una leve inspección de lo que allí había y no mencionó nada de la humilde morada en la que vivía.

- Estoy despedida, verdad.- Dije apenas me volteé para verlo. Su mirada entre confundida y asombrada me dijo que quizás me había equivocado de parecer.

- Para nada Samara, ¿Por qué crees eso? - Me respondió el muy confundido. Evite su mirada unos instantes y me senté en la cama frente a la Silla en la que él estaba posicionado.

- ¿ Entonces qué te trae por aquí?

- Veras Samara, desde que estás en el bar las ventas aumentaron notablemente. - Damián hizo una pausa y carraspeo la garganta - Aunque hay cosas que aún Necesito saber.

Ahora era mi turno de carraspear y ponerme incómoda.

- Si no es un despido , Entonces, ¿qué quieres hablar?- Le dije que intenté ocultar la tensión que había en mi.

-¿Qué hace una mujer tan hermosa oculta en un pueblo escondido de Dios?

Y así está. Esa era la pregunta que no quería escuchar y la que lamentablemente debía responder en este momento y con la mejor de las salidas.

- Creí haberte lo dicho ya. Estoy en búsqueda en un pueblo tranquilo y rehacer mi vida.- dije lo más calmado posible; Damián no debía saber la verdad.

- Mientes. - dijo Damián simple y llanamente, cruzó las piernas y me miró más fijo si es que era posible - Te escondes de algo o de alguien.

Me levanté de mi lugar y dándole la espalda me acerqué hasta la puerta y le hice una seña con la mano para que se retirara.

JacharíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora