17. Te encontré

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Damián

Lo que hicimos con Samara esta semana, fue un pacto de silencio total.

Desde que Sean me llamó diciendo que el e novio de la gitana, había aparecido, lo único que hicimos fue guardar silencio y no mencionar el tema de Dylan. Era algo frustrante saber que ese infeliz andaba cerca de mi novia, pero lo que me levantaba el ánimo era saber que al menos, ella me dejaba darle el título de novia.

Habían pasado cinco días desde que volvimos desde South Ranger. Al principio era un ambiente de incomodo silencio, el viaje fue terrible y los nervios me estaban consumiendo, si Dylan aparecía, ¿Samara se marcharía con él?

Después de un rato largo, ella me dejó más tranquilo con una pequeña charla, en donde me aclaraba que esta oportunidad que me daba, no la mataría ningún fantasma del pasado; y por si la charla no me hubiese quedado en claro, una pequeña/larga sesión de sexo casi matrimonial, lo dejo bastante asentado.

Desde el día en que volvimos de nuestra ficticia luna de miel, no volvimos a saber de ese hombre, y agradecía a Dios por eso.

En cuanto a nosotros, parecíamos una pareja de mucho tiempo y aún en vigencia. Teníamos una increíble conexión, como si conociéramos todo del otro y eso estaba perfecto para el momento que estábamos viviendo.

Con Samara se sentía, que nada era un esfuerzo; todo fluía y era agradable. El trabajo en el bar era tranquilo y luego la convivencia era aún más amena todavía. Ella se llevaba excelentemente con mi madre, cuando se enteró que Samara y yo teníamos una relación, mi madre casi llora de la emoción al saber que algún día (Espero que no sea muy lejano), iba a tener hermosos nietos.

Sean también hizo su parte dramática. Mi mejor amigo y mi novia tenían una buena relación, eran buenos amigos y veía a Sean en su faceta más protectora cuando de la gitana se trataba. Sean tiene una hermana, Marla, a la cual un día dejo de ver por su misteriosa desaparición. Los padres de Sean se habían mudado a Nueva York y en un viaje desde la ciudad al pueblo, ella solo desapareció para no dejar más rastros.

Sean se culpaba todo el tiempo por la desaparición de Marla, hizo todos los viajes de investigación existentes, pero era como si se hubiese ido del mundo sin dejar un solo rastro. Sean miraba a Samara con los ojos de un hermano que sufre, con la mirada del que perdió una vez y no quiere volver a perder jamás.

Incluso Bolt tenía un lindo lazo con mi novia. Este había llegado hace muy poco al bar, pero se lo veía trabajador y eficiente, un hombre que parecía desvivirse por sus hermanas, que por azares del destino no podía ver muy a menudo.

Todos estaban encantados con la gitana y con la relación que estábamos encarando, todo parecía muy bueno y relajado para este mundo en donde el amor era una complicación dolorosa.

Todo parecía estar muy calmo, para ser que, en cualquier momento, una parte fuerte del pasado de Samara reclamaría lo que en su momento fue suyo.

Y eso, me tenía muy asustado.

Me encontraba en el sofá donde siempre esperaba a que Samara terminará de arreglarse para el escenario. La miraba como pintaba sus labios de rojo sangre, no me perdía un movimiento que hacía, con la gracia de una mujer digna de su pueblo. Se acercó al sofá y se sentó apoyándose sobre mi pecho, como hacia cada noche antes de salir a bailar.

- Estas hermosa.

- Lo dices cada noche. – Dijo Samara riéndose con dulzura

Tomé su mano entrelazándola a la mía, sus pequeños dedos envueltos en los míos me hacían ver lo chica y frágil que era a comparación mía; pero el color rojo de sus largas uñas me recordaba lo fiera y fuerte que podía ser cuando se veía amenazada.

JacharíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora