44. El ciclo de la vida.

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"¿Que es amar?

Es la felicidad que queremos para la otra persona, alegrarnos de su existencia aunque no sea a nuestro lado." 

- Señor MediaNoche


Damián

El calor tropical de Brasil hacia estragos en mí, que aun no me adaptaba a las diferencias climáticas, pero debía admitir que los policías que estaban en el interior del antro debían pasarla mucho peor con sus pesados chalecos antibalas.

Que, por cierto, yo no tenia uno. 

Quizás uno de los roles más arriesgado en este rescate era el mío, porque la única defensa que tenía era una pistola con una sola bala. Si bien había casi veinte hombres entrenados cubriéndome, la sensación de muerte y peligro se pegaba a mí como una segunda piel bastante incomoda.

Escuché los disparos dentro de la precaria edificación que daban inicio a mi parte del plan. Era algo rebuscado pero simple; los hombres de Zach darían la pelea suficiente para que todos los empleados del gitano estuvieran entretenidos salvándole el culo a su jefe. El llevaría a Samara hasta el pequeño bote destartalado que estaba amarrado en donde terminaba el monte y comenzaba las aguas del mar.

Que casualmente, ese seria nuestro lugar de encuentro.

Ilay me había citado en el ultimo peñasco de su viaje para una sola cosa, su plan era tan escabroso como enfermo, casi rozando los limites de lo que el llamaba su amor. Era algo irracional, hacer sufrir a la persona que amas, obligarla a presenciar la muerte de otro hombre para auto satisfacer el sentimiento de triunfo, es aberrante pensar que eso era solo una pequeña partícula de lo que su amor toxico y enfermizo era capaz de hacer.

Una pequeña luz roja junto a mi zapato me indico que ya estaba el francotirador instalado en el punto clave, Ilay había pedido que nos reuniéramos a solas, pero sin esa distracción policial sería muy difícil y hasta imposible reencontrar a Samara.

Los rudos y sonidos de pisadas rápidas me alertaron y me puse firme, a unos metros veía las figuras que se acercaban con rapidez. Ilay traía a Samara casi a las rastras, apretando su brazo derecho para que caminará con más prisa, al parecer no se dio cuenta que el embarazo le impide correr. Detrás de él había dos hombres más de seguridad y Dylan, el ex novio de Samara.

Se me revolvió el estómago al verlo. Si trabajaba para este proxeneta eso quiere decir que, ¿había vendido a la que fue su novia a un prostíbulo?

Nunca fui un hombre rencoroso, mi madre me enseñó eso cuando quedamos solos, pero había confeccionado una lista negra que tenía el nombre de Ilay como encabezado, y el de Dylan estaba muy pegado.

Voy a hacerlos pagar, Mi Luna, te lo juro.

Sus pasos cada vez más cercanos, me dejaron ver el estado de mi mujer. No estaba herida ni golpeada, pero podía ver en sus ojos miedo. Ella se caracterizaba por no dejarse vencer, por no temer a la adversidad; Marla junto con otras rescatas me contaban historias de mi mujer siendo valiente y eso me hinchaba el pecho de orgullo; pero sus ojos ahora eran muy distintos y eso no era bueno.

Ella tenía miedo por su vida, la mía y la de nuestro hijo; pero también podía ver en su carita melancólica, un poco de resignación a su destino.

No, ella es la mujer más fuerte que conozco y nadie va a acabar con eso.

— Creí haberte dicho que vinieras solo. — Me dijo Ilay a menos de unos metros de distancia de mí

— Creí que también vendrías solo.

JacharíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora