31. Reencuentros

7.5K 943 85
                                        


Damián

Le di la última calada a mi cigarrillo y lo apague con la punta de mi zapato, no solía fumar, pero este momento lo ameritaba.

Estaba parado en la acera esperando que la persona indicada saliera, era un movimiento limpio y certero en el que debería dar.

Margaret Fuae, de cincuenta y dos años, residente de Arizona y doctora retirada. Vivía en un pueblo muy similar al mío, en donde era la única doctora del lugar y por "casualidades" del destino estaba trabajando en un local muy peculiar en Las Vegas.

Era la médica oficial de las chicas que trabajaban en "Paradise".

Vi el cabello castaño enmarañado de la mujer, ella estaba saliendo de un pequeño departamento que estaba a pocas calles de su único lugar de trabajo. Eran las 6 p.m, horario en el que el sol todavía estaba puesto, pero nadie vería lo que estaba sucediendo. Acerqué el auto a su nivel y asomé la cabeza por la ventanilla.

— Disculpe, señora...— Llamé y ella me miró — ¿Por casualidad sabe dónde queda Fox Street?

Ella puso cara de duda y frunció la boca sin saber dónde quedaba el lugar.

— Lo lamento, nunca escuché esa calle. — Dijo ella y amagó para seguir con su camino en dirección a Paradise

— Entonces suba y le explico donde queda.

Ella me miró con extrañeza y luego sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando vio el arma calibre 38 mm que sobresalía por la ventana. Estaba apuntando directamente a ella y el silenciador era más que evidente.

— Si colabora le juro no lastimarla.

Ella caminó a paso tambaleante y se sentó en el asiento del copiloto con miedo. Se la veía llena de pánico y en momento me di cuenta que ella no era parte de ese sucio sistema, y si investigaba más confirmaría que ella era otra víctima.

— Agáchate hasta que lleguemos. — Le dije y así lo hizo

— No tengo dinero ni familia. — Dijo ella creyendo que era un secuestro

— Necesito tu ayuda. — Dije y guardé el arma — ¿Ves?, no voy a lastimarte si te comportas.

Manejé durante diez minutos hasta que llegué al estacionamiento del hotel donde nos alojabamos, bajamos rápidamente y la tomé de la mano para simular que éramos una pareja normal hasta que saqué las llaves y la hice entrar en la habitación.

Ella se quedó parada en el medio de la habitación y volteo a mirarme, aún tenía miedo pero algo le hacía sentir un poco de seguridad. Quizás el hecho de que no use la fuerza y le pedí ayuda, ¿Quién sabe?

— Siéntate. — Le dije y me senté en uno de los sillones

— Preferiría hablar rápido e irme. — Dijo con incomodidad al escuchar ruidos en la pequeña cocina — Tengo que ir a trabajar.

— Ilay puede esperar.

El rostro de la mujer hizo un giro raro, era un poco de vergüenza y miedo. Unos pasos se escucharon por el pequeño pasillo y lo primero que se vio fue el enorme cuerpo de Santos seguido de la pequeña Marla.

— Damián preparamos...— Dijo Marla con una enorme sonrisa que se desvaneció al momento de ver a Margaret

Marla dejó caer la bandeja con comida que venía a mostrarme muy alegre; su rostro palideció y si no fuese por Santos que la sujeto, hubiese perdido el equilibrio hasta caer junto con el postre que descansaba en el suelo. Su respiración era agitada y se sostenía a los hombros de Santos por la impresión, por su parte, Margaret también la veía con mucho asombro.

JacharíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora