Marla
Sentía como mi cara se enfriaba y como el sudor resbalaba por mi sien, era algo relativamente normal si nos poníamos a analizar la situación en la que nos encontrábamos. Hoy sería el día, el tan esperado día en el que por fin podría recuperar una de las cosas más valiosas que me fue arrebatada, mi libertad.
Santos había ido la noche anterior con la clásica excusa de tener un turno con su mercancía, eso le daba el pase para estar en la habitación solos por casi una hora. Era siempre la misma rutina entre el teniente Moretti y yo, el se sentaba junto a mi para contarme asuntos del plan o a veces simplemente pasábamos ese tiempo hablando de el exterior o de mi familia.
Mi familia...
Ellos esperaban con ansias mi llegada, Santos me dijo que mis padres volvieron a convivir cuando yo desaparecí, ellos se habían vuelto a unir en post de mi desgraciada "huida de rebelde" como habían dicho varios periodistas de los diversos medios que cubrían mi caso; por supuesto que el único que jamás creyó esa idiotez fue Sean.
Santos me contó mucho acerca de mi hermano, la fuerza y perseverancia que ponía en mi búsqueda y como se rehusaba a creer que yo podía hacer algo tan semejante como preocupar a mi familia y a un país entero que buscaba a la adolescente rubia de las fotos. Esa niña dulce que practicaba danza y le encantaba viajar había quedado muy en el pasado.
Estaba realizando mi ultima tarea dentro del Paradise, aunque para mí no era un simple encargo. Acompañaba a Samara a la pequeña y precaria habitación que servía como lugar en donde nos daban los primeros auxilios. El lugar era cutre y roñoso, sinceramente agradecía que Ilay hubiese asignado a Samara para curar las heridas que me habían hecho hace casi un mes, y que todavía tenia las marcas para recordar.
Samara se veía fatal, su rostro siempre pálido y bajo sus ojos unas pesadas ojeras violáceas que opacaban un poco la belleza de la mujer, pero eso era lo de menos en estos momentos. Respiraba con cansancio y cada tanto tenia unas fuertes nauseas que la mareaban hasta el punto de tener que sujetarla para que no caiga al suelo, que también estaba sucio.
— Solo esos síntomas...— Dijo la mujer seria mientras anotaba en una libreta, era una mujer de unos cincuenta años que tenia el aspecto frío e imperturbable — ¿Te dan mucha droga?
— No...— Dijo Samara con dificultad por las continuas nauseas — Nunca lo hacen.
La pseudo doctora analizo su rostro con detalle y volvió a anotar algo que no supe. Se levantó y fue por un pequeño bolso del que saco instrumentos para poder sacar sangre y analizarla.
— Será mejor hacer las pruebas de sangre. — Dijo ella mientras apretaba una goma en el brazo flácido de la gitana — No queremos que infectes a los clientes en caso de tener "algo".
Se refirió a "algo" de manera sutil para hablar de las enfermedades de transmisión sexual a las que estábamos tan expuestas, Nadie nos protegía o siquiera cuidaba con algún tipo de medicamento; solo sabíamos que un día cada una determinada cantidad de meses nos sacaban sangre para saber si aún éramos viables.
— No atiendo clientes. — Dijo Samara haciendo que la doctora la vea con curiosidad — Solo bailo.
— Bueno, entonces debemos descartar enfermedades. — Dijo terminando la labor y dejando que nos vayamos
Samara caminaba colgada de mi, Mikhail no dejaba de reírse detrás de nosotras y cada tanto sentía como sus empujones dificultaban la tarea de trasladar a la mujer que en cualquier momento caería inconsciente. Los guardias nos abrieron las puertas de la habitación y la cerraron detrás de nosotras cuando entramos. Dirigí el cuerpo de Samara hasta su colchón y me senté cerca de ella para poder ayudarla, aunque no tenia nada para poder hacer la labor. No nos habían dado nada de lo que pedimos, ni los artículos de limpieza o medicamentos para su malestar, o siquiera el agua fresca para que ella se recompusiera.

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Jacharí
RomansaNovela autorizada por la Asociación Nacional Madres Víctimas de la Trata Una mujer escapando de un destino ingrato y de costumbres antiguas, encuentra escape en un pueblo perdido, sin saber, que el mundo ilícito y oscuro del tráfico humano se está p...