Capítulo 22

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Toqué la puerta con energía mientras pasaba mis manos por el jeans negro que tenía en un intento de que pareciera menos arrugado. La puerta del despacho del director de Achievers fue abierta y frente a mí Nicolás Moore apareció. Por un momento pareció desconcertado por mi presencia pero inmediatamente una sonrisa sincera y cálida apareció en su rostro.

—Confieso que había olvidado que vendrías —dijo mientras abría más la puerta y hacia un ademán para que pasara. Así lo hice y me abstuve de decirle que yo no había dejado de pensar en esa reunión desde que esta fue concretada. Tenía tantas preguntas y durante esa charla surgirían muchas más. Siéntate —, ¿quieres algo de tomar? —Me preguntó y negué.

—La verdad me gustaría mucho comenzar —dije mientras me sentaba frente a su escritorio. Él se deslizó frente a mí, en su imponente silla de caoba, un minuto después, tras haber llenado un vaso de algún tipo de licor. 

—La impaciencia no es buena Juliette —comentó con cierto brillo en sus ojos.

—Llevo aquí dos semanas, en las cuales no he recibido el mejor trato —hablé y vi como ese brillo desparecía de sus ojos verdes. Su mirada se volvió severa y apretó la mandíbula —creo que he sido muy paciente.

—En primer lugar; lo siento. Nunca, y repito, nunca, había pasado algo así en Achievers; ese incidente nos ha tomado a todos desprevenidos. Y te confieso que me hizo cuestionar los métodos de aprendizaje que brindamos aquí. Este lugar tiene historia de la cual yo formé parte casi toda mi vida: una desde hace un par de años como director y la otra como alumno.

— ¿Usted fue un alumno? —pregunté y él sonrió después de darle un trago a su bebida.

—Por supuesto. La familia Moore fue fundadora de este lugar hace años; de hecho fue mi padre el segundo en ocupar este puesto, después de mi abuelo. Achievers tiene en funcionamiento cuarenta y nueve años. Este año escolar será el cincuenta, imagínate,  medio siglo creando triunfadores, nos esperan muchas celebraciones... pero antes de continuar —dijo mientras giraba entre sus manos el vaso y lo miraba con intensidad —quiero que prometas que nada saldrá de aquí, de Achievers, de esta oficina; este es tu último año y te graduarás, irás a la universidad y después tendrás un trabajo... hablarás con mucha gente, de muchas cosas, pero nunca, y repito, nunca, hablarás de lo que ahora sabrás... ¿de acuerdo? —La pregunta la hizo clavando su mirada en la mía, penetrante y seria. No bromeaba y por un instante me sentí abrumada ¿de verdad era tan importante y delicado lo que fuera que me dijera? ¿No había ido sólo para saber de qué conocía a mi madre? ¿Del trato que me recibió ahí? —Todo está relacionado —dijo y tardé en darme cuenta que había hecho las últimas dos preguntas en voz alta. —Entonces... ¿tenemos un trato?

—Si —yo sola sellé la confusión que apareció durante las dos horas que estuve en ese despacho. Pero era algo necesario; no podía estar ahí a ciegas, sin saber. Había vivido gran parte de mi vida sin explicaciones de ningún tipo con el teniente y eso debería comenzar a cambiar.

—Debo aclarar que no tengo ninguna obligación de decirte nada, de hecho sabrás mucho más que cualquier otro alumno. Esta charla es por el cariño que alguna vez le tuve a tu madre y por respeto a tu persona.

Asentí sin poder procesar del todo sus palabras. Él suspiró, se levantó de la silla y se acercó al mini bar que había visto con anterioridad. Llenó su vaso de nuevo y de un trago lo vacío. Tragué cuando repitió la acción dos veces. Tal vez yo necesitaría algo de eso.

—No sé por dónde comenzar... Tal vez quisieras ayudarme. ¿Qué es lo que quieres saber primero? —habló después de llenar el vaso y regresar frente a mí. Fue en ese momento en el que me di cuentan que el brillo que veía en sus ojos era producido por el alcohol y no por amabilidad.

Al Límite [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora