Capítulo 24

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Así como entré, salí de la habitación.

Dejé a Khris con su angustia y desconcierto, a Eva con terror y pánico, a una habitación que gracias a mí rompió una regla más: no hay cambio de compañeras de cuarto. Sarah me lo dijo con cierto tinte maniático al saber como le estaba cobrando mi silencio por la situación en la que su hermano fue cómplice, junto con otros alumnos, para entrar a mi habitación y tratar de hacerme entrar en razón, de ponerme en mi lugar y dejarme en claro que me querían fuera de su camino, que acatara su ritmo de vida y reglas; que les dijera lo que para ellos era imposible no saber: de quién era hija. ¿Qué pensarían si supieran que sólo era hija de un militar hijo de puta que se aprovechó de los sentimientos de un buen hombre que se había cruzado en su camino y el de mi madre años atrás? ¿Se decepcionarían? Definitivamente se reirían pero ¿después? No necesitaba saber, lo imaginaba. Si ellos se enteraban iba a ser mucho peor para mí pues sabrían que no tenía un apoyo como todos ellos; no tenía dinero ni riquezas, o el odio que a ellos les consumía y daba, de manera jodida y retorcida, poder y dignidad... un motivo.

Negué desesperadamente mientras bajaba las escaleras con una rapidez que me hacía violar una más de las reglas de ese prestigioso internado, sin embargo no me importó, quería, necesitaba, estar sola. Respirar. Procesar.

Salí de la construcción sin importarme que algunos alumnos me vieran de una forma nada grata. Corrí sin ver nada más que el patio trasero del lugar, donde los enormes arboles eran parte del patio. Achievers contaba incluso con un pequeño-gran pedazo de bosque. Su muralla se hallaba por lo menos cubriendo dos kilómetros de esté por la parte trasera. Corrí hacia ese lugar tratando desesperadamente de olvidar las palabras, la historia de Nicolás Moore. Los acontecimientos que me habían dado la bienvenida a Achievers, los motivos de mi estadía ahí, la ruta para llegar. Mi vida, los golpes y gritos; las mentiras y traiciones... el maldito hecho de vivir en la ignorancia toda mi vida. El rostro de mamá y su muerte. La desolación del teniente y la indiferencia de George frente a esta.

Mi familia había sido mierda desde el principio... Estaba destinada a fracasar en el mismo momento en que mi padre rompió los sueños de mi madre; tan sumisa, tan tonta, y tan dolida, abandonó a Nicolás Moore por Cooper Sherwood ¡no sé cómo pudo haberlo hecho! Las diferencias estaban ahí, a la vista, palpables... certeras.

Pobre de Deisy Miller... de esa mujer con ojos y sonrisa maravillosa que me crió a la sombra de un verdadero monstro que trataba, en vano, de ocultar su verdadero ser de ella. Que en el fondo lo sabía e ignoró ese hecho por años. Siempre supo cómo era el teniente y eso no le bastó para alejarse, para abandonarlo. ¡Estaba más jodida que él! Le gustaba ser una víctima.

La falta de aire me hizo parar. Me recargué contra un tronco y respiré profundo. Me había adentrado a un lugar desconocido y lúgubre y no me refería al bosque, que curiosamente era lo mismo que Achievers.

Un grito de desesperación, tristeza y odio hacia mí, mi madre, padre, hermano y Achievers rasgó mi garganta. Mis cuerdas vocales protestaron y cientos de aves salieron de las copas de los arboles por el inesperado sonido. Las lágrimas pujaban por salir de mis ojos pero me negué rotundamente a dejarlas salir. ¡Maldición! Mi padre siempre me trató mal pero nunca imaginé que saber sus actos egoístas me dolieran más que sus golpes y castigos... pero es que precisamente esos actos egoístas habían destruido a la persona que me había regalado la vida. Que me llevó nueve meses en su vientre y que me cuidó y mimó más de lo permitido por los catorce años que estuvo a mi lado.

Yo amaba a mi mamá, lo hacía porque... no tenía a nadie más, porque hacia mi padre y hermano siempre sentí desprecio y odio. Pero... ¿de verdad la amé alguna vez? ¿Acaso yo conocía lo que era un sentimiento real? En cierta ocasión escuché que mis compañeros (de la anterior escuela) se sentían orgullos de sus padres, que querían ser como ellos cuando fueran grandes... pero yo nunca quise eso. Nunca quise parecerme a la tonta de Deisy Sherwood o al cabrón de Cooper Sherwood. Nunca quise ser como nadie, nunca tuve objetivos; nunca se me fueron planteados... el ejemplo de mamá era ser sumisa, ama de casa, dedicada a su familia. Y el del teniente era no tener piedad, ser machista, violento, agresivo. No había términos medios en mi familia. ¿La amé? Ni siquiera podía recordarla con claridad.

Al Límite [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora