Nos dejaron en una plaza diferente a la de dos semanas antes (ya que en esta había más tiendas de ropa) y todo el mundo se dispersó. Khris prácticamente corría jalándome del brazo para ir a las tiendas, ya que, según ella, cuatro horas no nos darían tiempo de nada.
Me contagió su efusividad y su sonrisa y me vi corriendo en un centro comercial de la mano de una chica de mi edad, riendo mientras intentábamos escondernos de Jessica, que, dada su condición, se le hacía difícil seguir nuestro paso. Nunca me vi haciendo algo como eso y se lo dije a Khris cuando entramos a una tienda que mostraba en los escaparates vestidos de noche.
—Lo espontáneo es lo mejor —me contestó y sin duda le di la razón. Comenzamos a ver los vestidos. Poco después Khris pidió medirse varios vestidos y me quedé sola intentando no pensar en lo desastrosa que era mi vida.
—Vuelven a hacer eso y las castigaré —me advirtió la prefecta entrando a la tienda, jadeando. Una dependienta la miró y le ofreció una botella de agua que ella aceptó con gusto y se sentó en un sillón color ocre. La vi sobarse su pierna y me sentí mal por la mujer. Jessica tendría alrededor cuarenta años, era rechoncha y siempre portaba su cabello negro atado en un moño que la hacia ver severa.
— ¿Le hicieron eso en Achievers? — me atreví a preguntar señalando su pierna. Era mi segundo intentó por conversar con ella y ella, como era de esperarse, me ignoró. Ya me había dejado claro que ella no se mezclaba con las emociones de los alumnos.
— Sé que ya conociste de primera mano las prioridades de Nicolás Moore —habló sorprendiéndome, la mire pero ella obsevaba los costosos vestidos y poco después rio de forma triste. Comprendí que así como se llorar de dolor, también se puede de alegría y así como se sonríe por alegría, se hace por dolor. Las expresiones no están categorizadas como todos creen—. Yo también lo hice.
— ¿Por qué sigue ahí? —Pregunté con verdadera curiosidad—. Yo no puedo irme solo porque sí, soy menor de edad, soy una alumna. Pero usted... usted puede renunciar, irse. Olvidar. Escapar.
—No es tan fácil —dijo después de pensarlo unos segundos y la vi dudar con su siguientes palabras—. Uno no puede simplemente ignorar algo que está causando mal, eso es cobardía, desinterés. Y a pesar de que hay jóvenes crueles, también los hay vulnerables. Y sigo ahí por ellos.
—Pero no los ayuda —no pude evitar el tono brusco y resentido de mis palabras—. La prueba soy yo ¿o va a decir que no se enteró de lo que me paso? —inquirí venenosa. Ella suspiro y negó antes de rehuir mi mirada.
—Aunque no lo creas, estoy tratando de hacer algo al respecto.
— ¿Qué tal? —preguntó Khris saliendo del área de probadores, modelando un hermoso vestido largo color coral con espalda descubierta y una abertura entre los pecho.
—Te ves hermosa —le dije, tragándome las palabras que tenía por decirle a esa prefecta que siempre se mantenía en la sombra y aún así tenía la desfachatez de decir que estaba ayudando. No quería arruinar ese día.
— ¡Lo sé! —Contestó ella dando vueltas y mirándose en el espejo— ¡Es perfecto! Me lo llevó.
Y volvió a irse para quitarse el vestido mientras Jessica se levantaba a pagar. La dependienta le ofreció accesorios y ella espero a que Khris saliera y escogiera un bolso y aretes.
Salimos de ahí poco después.
—Ahora solo falta el tuyo y los zapatos, claro —dijo y volvió a emprender marcha, más despacio. Supuse que Jessica también le había llamado la atención a ella. Entramos a por lo menos otras cuatro tiendas, pero nada me gustaba, se me hacía demasiado llamativo, escotado y caro. Solo tenía quinientos dólares y tenía que bastar para todo.
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Al Límite [En Edición]
Ficción GeneralJuliette ha crecido bajo la autoridad, castigos y normas del teniente Cooper Sherwood; un hombre rudo, machista y con poco tacto. Y con George, su hermano mayor. A pesar de lo diferente y cruel que es su vida ella lo acepta, pero una decisión camb...