Capítulo 30

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Teorías pasaron por mi cabeza sin ser invitadas. Suposiciones se aglomeraron en mi mente. Cada una más enferma que la anterior. Cada una colándose más hondo, más fuerte.

¿De quién serían los gritos? ¿Los lamentos apagados? Se me hacía imposible que Nicolás Moore estuviera golpeando a un alumno, eso era ilegal. Incorrecto. Y realmente no lo creía capaz... Nicolás Moore era cálido, sincero y honesto; incluso sarcástico en algunas ocasiones. Pero la idea de que fuera Cristopher el que proporcionara esos golpes era inverosímil. Patético. ¿Quién era él para hacer algo así? La pregunta causó miedo en mí. Recordé que todas las cosas que había hecho en Achievers eran despiadadas, ilegales, inmorales y sin embargo nunca tuvo un castigo, una denuncia, aunque, según Khris, todos sabían lo que hacía, pero por algún motivo nadie hablaba. La forma de ser y de actuar de Cristopher era un secreto a voces. Incluso para el director que ahora era torturado de alguna manera por un joven demasiado cruel. ¿Podría llamar a la policía y denunciar? Porque eso ya era muy enfermo, psicópata.

Maldije por no haberme ido con los demás, por salir si quiera de mi habitación, por tener hambre y buscar comida... ¿Qué haría yo con esa información? Ni si quiera la podía decir... no sin represalias: Cristopher haría todo, todo, para que yo callara. Y ese pensamiento me asustó. ¿Qué clase de persona era para tener tanto poder ahí? ¿Sus padres, quienes eran? Tenía que averiguar eso, estaba segura de que ahí estaba la respuesta, pero... ¿cómo hacerlo si el controlaba todo? El único capaz de ayudarme estaba de su lado. Y ni en un millón de años me sobajaría a pedirle ayuda. No sospechando que era igual que Cristopher. Además dudaba que Abraham me brindara ayuda solo porque sí.

En ese momento mi idea de tomar represalias se fue al carajo. No podía hacerlos sufrir porque ellos tenían más gente, más formas, contactos y poder. No podía demostrarles de lo que era capaz, lo único que podía hacer era tratar de sobrevivir hasta la graduación sin demasiado daño.

Los sonidos cesaron. La música, aunque hermosa, se me hizo siniestra por unos eternos minutos en los que espere por alguna señal. Me sentí en una película de terror cuando la puerta principal se cerró de golpe creando un sonido tétrico y poco después pasos se precipitaron en mi dirección. Joder, podía estar segura de que me mataría, Cristopher podía ser capaz de hacerme cualquier cosa a mi si no le importaba arremeter contra la autoridad principal de ese lugar.

Estaba enfermo.

Dudé por unos segundos hacia dónde ir. Pensé en subir y encerrarme en mi habitación pero era el primer lugar en él que me buscaría, así que tomé otro pasillo en el que no había estado nunca y me deslicé dentro de una habitación en la penumbra. Me quede ahí, con el corazón latiendo desenfrenadamente y esperando.

Recordé que mi teléfono estaba en el bolsillo trasero de mi pantalón y lo saqué. Solo tenía registrado cinco números ahí. El de Cristina Downey, mi padre, hermano, Dee y... Dylan. Por alguna patética razón de melancolía había registrado a estas últimas dos personas para sentir que no sólo eran los monstros de mi familia los que rodeaban mi mundo. Pero no tenía intención de marcarles, jamás.

En el momento en que escuche el primer tono de llamada, la música se apagó. Me estremecí y recargué mi frente en la puerta. Maldije a mi padre por no contestarme y a mí por no irme con Eva y Khris. A Cristopher por ser un loco psicópata y a todos los alumnos de Achievers por dejarme sola, al edificio por ser siniestro y a Nicolás Moore por ser tan débil ¿Cómo, si quiera, un alumno le había arrebatado la autoridad? Ahora entendía porque el alumno entraba al despacho del director sin llamar, sin avisar. Se creía dueño del lugar.

Después de tres intentos fallidos me di por vencida; Cooper Sherwood no me contestaría. Y mucho menos creería.

Me di la vuelta para ver donde estaba y jadee. Demasiado tarde. La puerta se había abierto detrás de mí.

Al Límite [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora