TRAMPA FALLIDA

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La presentación programada en Boston de Shawn, fue todo un éxito y una gran satisfacción para él mismo.
Sin embargo su noche no finalizó ahí... Más de medianoche, calles solitarias de mala muerte, son una mala combinación y una tentación para este chico.

Shawn tomó su guitarra guardándola en su estuche y se la puso en su espalda. Sin llamar la atención y sin decirle nada a nadie, salió por la salida de emergencia de aquel auditorio, dejando de lado su trabajo para solo ser un joven de dieciocho años.

A esas horas todavía hay personas rondando en busca de un taxi para volver a casa, solo existe un diez por ciento de probabilidades de que lo reconozcan, Shawn no se arriesgaría ni aunque estuviese en un estado de ebriedad. Tomó otra dirección.

Shawn Mendes tiene una reputación perfecta que debe mantener a raya.

No saben lo frustrante que es.

Dando pasos inseguros dobló a la izquierda encontrándose con un callejón oscuro, se mantuvo en la misma posición, agudizando sus cinco sentidos a cualquier señal de vida. Nada, no había nada.

Metió sus manos en los bolsillos de su sudadera negra.

Risas, murmullos, susurros e incluso pasos ajenos a los de él mismo, resonaban en ese callejón con cada paso que daba. Aceleró el paso para evitar una alteración, una vez que salió del callejón las demás calles estaban iluminadas.

Él frunció el ceño. Era demasiado sospechoso, ni siquiera transitaban automóviles, antes de dar por hecho que la zona era despoblada; sus ojos castaño claro se posaron en un póster. Junto a este habían dos personas: Un señor de edad media, manoseando descaradamente a una mujer.

Por la manera en que estaba vestida, esa mujer era una prostituta.

«Vete, aléjate de los problemas. No tienen nada que ver contigo» dijo su conciencia.

Asintió para sí mismo y continuó avanzando.

Shawn cometió un error: aquella mujer lo había visto y lo siguió observando hasta perderlo de vista, con la iluminación que había, ella apreció su rostro.

Sin rodeos, le encantó lo que vio. Un joven atractivo, le causó tentación verle rondar solo.

—Tú tiempo ha terminado —dijo la mujer.
—Nena.
—Lo siento, tengo otro cliente en espera — mintió.
Eso no era cierto.

Shawn subió el cuarto piso de un edificio casi fantasma, casi porque de  tantos apartamentos solo 4 eran habitados por alguien, venía a este refugio cuando necesitaba estar solo. De una patada abrió la puerta del apartamento 520, hizo exactamente lo mismo al cerrarla.

Encendió la luz, todavía funcionaba la energía eléctrica pero segundos después decidió apagarla.

Las paredes de un azul desgastado, un par de sillones de cuero y una mesita frente a estos últimos, sobre ella hay cuadernos y plumas conformaban la sala de estar: al fondo había una cama matrimonial.

Shawn no deja de esta agradecido con el sujeto que alguna vez fue el dueño de este lugar.

Dejó su guitarra en un rincón y se recostó sobre el sillón, intentó dormir más no lo consiguió. Se perdió en sus pensamientos: algunos de ellos eran sobre ella; sobre Fátima Evans. En estos meses se la ha pasado pendiente de ella, asegurándose de que este bien. Su estilo de vida no le permite estar cerca de ella; sin embargo, es lo que más desea, tener su cercanía.

Cada noche piensa en una solución, busca una manera de tenerla definitivamente. Todos sus conocidos dicen que se está volviendo loco.

Su paz se esfumó por un par gritos y el sonido de varios golpes.

Una pelea callejera. Pero no una pelea cualquiera, sino una pelea entre lideres del bario.

Se levantó del sillón como un rayo y se aproximó a la ventana.

No eran más que dos tipos musculosos agarrándose a golpes por una maldita bolsa que derramaba un ligero polvo blanco, Shawn no se sorprendió; ya conocía a estos tipos, los había visto en la  primera noche que vino a Boston.

«Son unos idiotas.»

Tuvo que alejarse al momento que lanzaron una piedra, la ventana terminó hecha añicos.

Se puso pálido. ¿Lo vieron? ¿Lo reconocieron? ¿Sabían que él estaba ahí?

Shawn negó con la cabeza. No, no existe la posibilidad. Talvez el encuentro se puso más violento.

Maldita la hora en que su teléfono sonó.

—¿Andrew? ¿Qué demonios quieres? — sonaba alterado.

—Estoy bien, gracias por preguntar. Ahora, ¡¿En dónde cojones te has metido?!

Eso logró ponerlo de mal humor.

—¡Y yo que voy a saber! No soy adivino. Pregúntale a tu teléfono, mejor...

Era una idea brillante por más estúpida que haya sonado. Si él no sabía en dónde estaba, rastrearlo sería la solución.

—Sí, sí. Bájale a tu tono, no soy retrasado... deja de hacer estupideces por un momento, iré a buscarte.

Sin darle el tiempo de reclamar, Andrew colgó.

El alma de Shawn cayó sobre sus pies, al ver que eso tipos ya no estaba...eso respondió a una de sus preguntas. Si, lo vieron.

Tomó su guitarra y se largo de una vez por todas de ese infierno.

Shawn estaba perdido.

Solo le queda esperar a que Andrew lo encuentre, cuando la noche no podía ser más jodida, unos delicados brazos lo rodearon por detrás.

Shawn cerró los ojos con fuerza, «Lo que me faltaba»

—Cariño, ¿Por qué estás tan solo? —la voz de esa mujer le hizo estremecer.

Él se dio la media vuelta para enfrentarla, nuevamente se estremeció.

«Mil veces carajo»

La mujer que estaba frente a él, era la misma que había visto calles atrás, una prostituta, la recordaba porque reconoció su vestido blanco.

Shawn Frunció el ceño.

—Eso mismo te lo pregunto a ti —se arrepintió de haber dicho eso, al darse cuenta de que la mujer de ojos azules se ruborizo.

«No malinterpretes las cosas, por favor» pensó.

—Dime, ¿te gusta lo que ves? —dijo ella sensualmente.

Shawn negó con la cabeza, mirándola con un poco de indiferencia.

—Te lo advierto, consigo todo lo que quiero — dicho esto la mujer se abalanzó sobre él, Shawn tardó en reaccionar —. Nadie me rechaza  —le susurró en su oído.

De una manera ágil, Shawn la apartó. Comenzaba a perder la paciencia. Él solo quería marcharse.

— Sé lo que quieres, más no puedo dártelo. No me interesas ni en lo más mínimo.

¿Cómo es eso posible? Pensó aquella mujer, un chico como él caería rendido a sus pies. Su plan no estaba resultando, ahora le pesaba tanto haber tardado en encontrarlo. En un intento desesperado por no dejar las cosas así preguntó.

—¿Eres gay?
—No.
—¿Estás casado? ¿Tienes Novia?
— No.
La mujer le miraba suplicando.
— Entonces, ¿Por qué te rehúsas?
Que insistente resultó ser.
— Porque te respeto.

Shawn se alejó no sin antes de guiñar un ojo. Él había ganado.
Minutos después se encontró con Andrew, que lo miraba con desaprobación.

Se subió al auto, ahora él conducía. Mientras tanto se preparaba mentalmente para la conversación.

—¿Cuántos inconvenientes causaste?
— Dos.
Andrew suspiró.
— Estás intacto, tuviste suerte.
Shawn lo miró a los ojos —. No Andrew, no fue suerte. Me contuve y no tenían nada que ver conmigo.

Su manager le sonrió.

—Me impresionas, tienes que ser fuerte. Si es que quieres ser bueno para ella.
Shawn asintió.

Eclipse S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora