Eclipse S.M

Capítulo 10 DAEMON Y CANADÁ

Despertar se sintió como una ducha de agua fría. Miré mi habitación por última vez, tantas cosas he pasado en este lugar. Tantas risas, discusiones, tristezas y gratos momentos de alegría. Un cambio de rutina no me vendrá nada mal. Sin embargo, extrañaré mi zona de confort.

Tomé mis maletas y salí de ahí, aún era temprano y mi madre aún duerme así que antes de salir de casa fui a su habitación y me despedí de ella con un ligero beso en la mejilla. No se despertó porque sabe que le duele.

— ¿Quieres ir directo al aeropuerto, o primero quieres ir a otro lugar? Tenemos tiempo de sobra — preguntó mi padre.

— A otro lugar, ya sabes a dónde.

Él me conoce bien. En el camino dejé a su elección escoger canciones, terminaron siendo de los 80's, 90's.

Llegamos a la cafetería, no había venido desde marzo, aquí fue mi segundo encuentro con Shawn Mendes. Mi padre se quedó en el auto, al menos respeta mi espacio personal.

Al entrar el inconfundible olor a café me embriaga por completo, era un olor apetecible dejando a un lado el hecho que me hace daño beber café.

Lucía me recibió con una sonrisa de oreja a oreja.

Como si estos meses jamás hubieran transcurrido, ese me hizo sentirme mejor.

— ¿Qué te trae por aquí? — preguntó ella.
— Nada, solo pasaba por aquí.
Me miró con desaprobación.
— Tienes tiempo sin venir, además estás triste.

«Reprime tus emociones, ¿qué pasa contigo?», pensé.

No sé porqué pero sentía que alguien nos observaba.

— Me gustaría presentarte a alguien — dijo de repente.

—¡Oh! No quiero de verdad.... — desapareció de mi vista.
«¿Por qué nunca me dejan terminar?» pensé irritada.

Un chico estaba frente a mi como por arte de magia; no era muy alto, su piel es pálida, reconozco que tiene unos ojos de infarto, son azules. Creo que el rasgo físico que más me atrae de las personas son los ojos.

— Hola, soy Liam. Soy el hijo de Lucía.

Fue una bomba. El chico me tendió la mano y yo se la di la mía con desconfianza.

— ¿Ella es tu madre? — pregunté mirando a Lucía que se encontraba junto al mostrador. De verdad, no pude haber preguntado algo más obvio. Él asintió.

— Bueno, me llamo Fátima.

— Encantado de conocerte — la manera en que miraba me disgustaba, corrección; no me gusta como me mira.

Sentí unas manos en mis hombros, no fue difícil reconocerlas.

— ¿Podrías dejarnos a solas? — sonaba tranquilo.
Liam permaneció en la misma posición.
— Hablo en serio. Por cierto, casi lo olvido: que te quede claro que ella jamás va ha hacerte caso, no comparte tu interés. Lárgate.

Le agradecí y odie más a Daemon por ser tan arrogante... ¿Qué hace él aquí? cielos...

Verlo me transmite tranquilidad como siempre, y a la vez siento decepción.

— No piensas abrazarme — dijo con ironía.
— ¿Debería?
Sus ojos miel se opacaron.
— Tienes que perdonarme.
Esas palabras mandaron todo a la mierda...

— ¿Perdonarte? Tú deberias pedirme perdón a mí, estúpido. Has decidido irte, me has roto el corazón, Daemon. Y lo peor es que eres mi hermano. Más de una vez te pedí una explicación, una explicación que siempre evadiste. Éramos incondicionales ¿dónde quedó eso?