Capítulo 24 ULTIMÁTUM

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“Fátima:

Por qué te empeñas en ignorarme, al menos tomate el tiempo de responder a mis mensajes o alguna de mis llamadas. No hemos hablado desde que mayo terminó, no por nada convencí a Esmeralda para que me diera tu nuevo número.

¡Necesito hablar contigo! ¡¿Tan difícil es?

Fabian”

Deslicé mi dedo pulgar por la pantalla de mi teléfono, me detuve en la parte que estaba escrito su nombre. ¿Por qué le dejé de hablar? Bueno, es simple en realidad: en las vacaciones solemos darnos un respiro; que implica dejarse de hablar. Para mí ya es normal, porque solo hablamos en el instituto.

A veces tenemos que alejarnos de algo en particular para poder regenerarnos: es como respirar humo, tus pulmones se impregnan de él pero te apartas, respiras aire puro y te regeneras nuevamente para continuar  viviendo.

¿Debería responder? De acuerdo, lo haré.

Instantáneamente respondí:

“Fabian:

Solo háblame, te pido una disculpa”.

Dejé el teléfono sobre la almohada de para irme a lavar el rostro. El proceso sirvió para despertarme por completo nada más, mi mente sigue aturdida por mis ocho horas de descanso. La curiosidad por saber por qué Fabian quería hablar conmigo me tentaba. Cuando salí del baño pasando una toalla por mi rostro, me sobresalte al ver a Shawn despierto, fruncía el ceño ¿Molesto? Sí, estaba molesto.

Mi teléfono se encontraba en sus manos.

La próxima vez le pondré contraseña..

—No recuerdo haberte prestado mi teléfono.

—Supongamos que sí —contestó—,tengo una pregunta para ti.

—pues dimela —dije perpleja.

Shawn se aclaró la garganta para hablar.

—¿Quién es Fabián?

Era de esperarse, me acerqué a él y le quité el teléfono, Fabián había respondido:

“Fátima:

Sí, ya era hora. Prepárate, porque todo lo que tengo que decirte no serán más que granadas.

Fabián”.

Besé su mejilla.

—Es un viejo amigo que conocí en hace cuatro años, fue mi compañero de clases por tres de años, nos conocemos bien, ¿es por eso que estás molesto?

—No.

«Sí, lo estás eres malo disimulando» su expresión lo dice todo.

—Prefiero no saberlo, pero si pienso decirte; no revises mis cosas, quedó claro —dije con calma.

Me molesta que lo hagan sin mi consentimiento.

Sus facciones se relajaron.

—Algo más que quieras decirme —comentó, ¿En qué está pensando?

—¿Confías en mí?

No respondió. Es bueno saberlo, casi nadie lo hace ¿por qué él lo haría, Fátima?

—Gracias por el voto de confianza.

Sonreí con falsedad.

 
                                  *

Shawn me pidió disculpas dos días después. Fue raro no hablar con él, tomando en cuenta que todo el tiempo estamos cerca uno del otro.

Los malentendidos suceden ¿cierto?

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