Capítulo 27 VERDAD A LA LUZ

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Después de varias horas, me encontraba afuera de mi casa finalmente. Daemon fue por mí, me alegró un poco, solo quería que mi hermano volviera pero a partir de ahora nada será lo mismo.
Estar en Los Ángeles después de mucho tiempo era un desastre, ya no era mi hogar, ya no lo sentía familiar. Era desconocido.
—Te ves distinta —murmuró él.

—Soy la misma —respondí con indiferencia. Pero sabía que él tenía la razón. Nunca seré la misma. Daemon me hizo una seña para que entrara
«prepárate, no esperes abrazos»

Cuando entré todo cambió, ya no era el hogar que vi la última vez, ya no era más mi hogar. Ahora era mi infierno. Los cuadros no estaban, fueron sustituidos por otras fotografías en donde yo no aparezco. Como si trataran de borrarme del mapa... ellos saben que no pueden, las paredes están pintadas de un blanco que fue capaz de cegarme.

El televisor estaba encendido:

—Sabes lo qué está pasando ¿cierto?—preguntó Daemon.

Negué con la cabeza.

—Solo escucha.

Le subió el volumen del televisor, mis ojos y oídos se centraron en el mismo. Eran las noticias: fue una locura, todo el mundo en ese aeropuerto nos vio, me vieron. Esas imágenes lo comprueban

—Puedo explicarlo... —claro que no—. !No por una mierda!

La pantalla proyectó el momento exacto en que Shawn y yo nos besamos, la voz de la reportera jamás la escuché. Dejé de escuchar. El mundo y mi cabeza dieron vueltas.

Eso significa: he sido expuesta... ¡expuesta! Las personas que no me conocen estarán sobre mí, las que sí me conocen estarán en mi contra, buscarán un motivo más para entrar en mi vida personal. Bueno, ya lo hicieron, pero esta vez procurarán acabar de un solo golpe.

—¿Qué significa esto, Fátima?

Apreté los labios:

—Juro que no te reconozco —dijo mi madre—. No eres así.

Mantuve la boca cerrada, mi mente gritaba, más las palabras nunca salieron.

—Nos mentiste, Fátima. Siempre nos mentiste —mis padres me han llamado mentirosa, difamante, un golpe bajo. Lo que sentí fue decepción, tanto de mí misma como por ellos, no saben nada. ¡Nada!

—No lo entienden y nunca lo entenderán. Jamás —dije en un hilo de voz.

Entonces mi padre gritó:

—¡Entonces explicanos! ¡Por un demonio! Confíe en ti y me decepcionaste. Nunca mencionaste a un hombre famoso.

Mi padre; la persona que me ha tratado con mucho cariño, comprensión y que más de una vez me dijo que me amaba por como soy, siente desilusión hacia mí. Algún día tenía que fallar, algún día tenía que cometer más errores. Soy humana.

Las lágrimas salieron de tanta frustración y remordimiento.

—Ya era hora de que te dieras cuenta —admití con frialdad—, voy por la vida decepcionando a todos, por eso es lo que soy. Una decepción.

Mi madre me interrumpió.

—Por favor, no te hagas la víctima....

—¡Callate! Escúchame por una vez —me atreví a decir.

Ella guardó silencio.

—¡Soy un fracaso como hija! Nunca me sentí digna, he conservado en mi memoria todas sus opiniones a mis espaldas... que debería ser diferente o ser como otras chicas. ¡Ya basta! ¡Yo no puedo ser otra persona! Lo siento, pero ya no lo soporto. Ni siquiera sé a qué aferrarme.

Eclipse S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora