LA LUNA

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Diciembre 2017. Cuatro meses después.

Alumbra las noches cálidas y frías, brilla como muestra de inocencia, le teme a la soledad, la mata; es por eso que la acompañan miles de estrellas pero no es suficiente.

No consigue disimular su tristeza.

¿Alguna vez han creído en las historias de amor? Esa es una pregunta polémica, porque muchos son fieles creyentes y el resto, simplemente no comparten esa visión.

Siempre existe una persona en cualquier lugar de este mundo que es ajena, que sin saberlo está destinada a estar y amar a una persona en específico. Pero, alguna vez se han preguntado ¿se puede estar con nosotros esa persona en el momento en que la encuentras? La respuesta. Nadie lo sabe. Nadie.

Existen factores por las cuales se puede o no estar con esa persona, pero, siempre se necesita un punto medio, una oportunidad para que se lleve a cabo.

—Si continuas así los dedos te van a sangrar —murmuró Daemon a Fátima.
—Amo a mi guitarra pero en este momento quisiera ahorcarme con las cuerdas —confesó ella con frustración, Daemon se estremeció. Su hermana nunca habla de esa manera.

Daemon le arrebató la guitarra a su hermana para que esta le prestara un poco de atención, cuando lo hizo, tomó asiento junto ella.
—No nos hablamos por meses y nuestra relación de hermanos se fue al demonio, pero, ¿podríamos ser amigos por lo menos?
Fátima suspiró con cansancio:
—No todo lo que destruyes puedes volver a reparar.
Daemon frunció el ceño.

—¡Lo sé! Pero si no te hubiera llevado a ese concierto, no hubieras conocido a ese chico, no se hubiera metido en nuestras vidas y no tendríamos esta tonta conversación.
—No lo metas a él en esto, por favor —dijo ella con dolor.

—¿Lo defiendes? Vamos, por su culpa estás metida en todo esto, te arrastró a su mundo...
Fátima lo miro a los ojos, Daemon cerró la boca. Ella tenía los ojos rojos e hinchados de haber llorado, eso fue suficiente para que Daemon se tragara todo lo que tenía que decir.
Ver a su hermana en su peor faceta, no era algo que a él le gustara. No es la chica que cree conocer,  o tal vez nunca la llegó a conocer realmente.

—Fátima, sé que no quieres hablar a profundidad porque nuestros padres no son capaces de entender, pero yo si puedo,  estoy involucrado —hizo una pausa —. Te pido que hables.
Fátima apretó los labios:
—¿No me dejarás sola?
Daemon se suavizó, algo que debió haber hecho hace tiempo.
—No más, ya lo hice una vez porque creí que él podría cumplir con ese papel, confíe demasiado.

«No soy capaz de odiarte, Daemon. Haz estado ahí para mí desde que nací» ella se levantó de la cama y le indicó a Daemon que la siguiera.
Salieron de casa, si que sus padres se dieran cuenta, desde que ella regresó no puede salir más que para asistir al instituto. Una de la mañana, menuda escusa para salir a la calle.

—¿Qué pretendes? —preguntó Daemon.
—Ir a cualquier parte, ya no soporto estar en estas cuatro paredes.

A cinco cuadras de donde se encontraban, hay una zona exclusiva de edificios, dicen que si subes a la azotea, podrás contemplar la cuidad y las estrellas. Una vista espectacular.
Las estrellas se ven con mayor claridad, acompañando a la bella luna. A veces, contemplar el universo es como si nos contemplarámos a nosotros mismos, porque los humanos siempre estamos rodeados de millones de personas, que  se complementan para ser un algo. 
—Sigo esperando —dijo Daemon.
«Siempre tienes que arruinar un momento grato del silencio» pensó ella.

—Estoy enamorada de él —dijo sin más.
Daemon esbozó una sonrisa.
—Ah, ¿te enamoraste del niño bonito?
Fátima lo miró con enojo —Eres un imbécil, y así quieres que seamos amigos, no sé cómo logras socializar.

Daemon dejó de reírse.
—Digo tonterías todo el tiempo, no te sorprendas, pero, volviendo al tema principal. ¿Qué es lo que harás?

Una pregunta muy difícil, ni ella lo sabe.

—Esperar —susurró —, el tiempo y la distancia ayudan a borrar los recuerdos y las sensaciones que alguna vez se experimenta. 

«Pero yo no quiero olvidar » concluyó para sí misma.

—Tu forma de pensar, va más allá de mis límites de comprensión —se burló.
—podrías, por favor, dejar de decir estupideces.

Daemon asintió y se acercó a ella:
—La vida se basa en experiencias y tú prácticamente comienzas a vivir, pero lo único que puedo decirte, es que mantengas la esperanza.

¿Hay posibilidad de que se puedan volver a ver?

Eclipse S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora