Eclipse S.M

Epílogo

Cuatro meses después.

Desperté de una de mis tantas pesadillas. Me llevé las manos al pecho, este subía y bajaba irregularmente, me tomó un par de minutos estabilizar mi respiración. Automáticamente fui al baño y abrí el grifo para mojarme la cara, el agua fría me venía excelente.

Al salir me encontré con Shawn cerrando la ventana. Así ha sido la rutina en estos meses, cuando él tiene oportunidad viene a verme pero solo por las noches. Los medios de comunicación pararon un poco, aún deja mucho a la imaginación. Las personas ya no me juzgan.
—Algún día van a descubrirte —murmuré.
—No lo creo, ¿no podías dormir? —preguntó con dulzura.
Negué con la cabeza —. Ven aquí.

Shawn extendió los brazos y me miró con mucha ternura, corté la distancia que nos separaba. Fue difícil pero creo que por fin estoy recuperando mi vida. La muerte de Arthur Black ha sido un raro misterio, Shawn es inocente, lo cual me alegra demasiado.

Después de ese espantoso día Shawn estuvo en reposo, Arthur Black le había lastimado las costillas, durante ese tiempo, estuve asistiendo a sesiones con una psicóloga. Tanto daño emocional impedía estar tranquila, incluso llegué a creer que ya no podía. Con el apoyo de mi hermano y Shawn fui capaz de avanzar.

Cumpliré los dieciocho años, mis padres me levantaron el castigo antes de lo acordado, me perdonaron, me graduaré del instituto, no son muchas cosas y he demostrado que puedo vivir con eso.
Ahora soy libre de elegir lo que quiero hacer con mi vida. Pasamos toda la noche hablando sobre los planes a futuro, y claro, él aprovechó para retomar el tema del matrimonio.
—Nos casaremos el veintiséis de septiembre —dijo sin más preámbulos.
—Para eso faltan cuatro meses, ¿no crees que deberíamos esperar más? —pregunté con los nervios de punta, apunto de colapsar.
—No.

Lo miré perpleja —. Quiero estar contigo como en realidad se debe —un motivo sincero y el más válido de todos.
—Hablas como si tuvieras todo calculado.
—Tengo todo calculado —afirmó. Una sonrisa burlona apareció en su rostro. Era increíble, seguía siendo el mismo chico que conocí hace casi dos años, solo que ahora es más decidido, más seguro y por supuesto, ya no está solo. Ya no más.

Nunca me puse a reflexionar acerca de este capítulo en mi vida. Nunca fue mi plan, ni mi intención, sin importar que sufrí mucho y estuve apunto de morir en dos ocasiones, acepto que él no es un error. Estoy profundamente enamorada de él.

—Me gustas muchísimo —dijo de repente.
—Ya lo sé.
Tocaron la puerta.
«Mierda»
Crucé los dedos en señal que no fueran mis padres. Aunque las cosas se hayan solucionado, no significa que Shawn y yo podamos vernos sin su consentimiento. La preocupación desapareció al ver a Daemon, su cabello negro estaba alborotado, tanto, que me recuerda a una caricatura japonesa. Nunca suele estar tan confundido.
—¿Por qué no estás dormida? —se quejó. Por la escasa iluminación que hay en mi ventana supongo que son pasadas de las seis de la mañana.

—Tuve una pesadilla —bueno, en cierto modo eso no era del todo mentira.
—¿Quieres que me quede contigo? —Daemon se irguió.
—No será necesario, yo estoy aquí para ella —respondió Shawn por mí.
Daemon abrió los ojos, el sueño que lo invadía se esfumó de su cuerpo, no tenía porqué sorprenderse, él ya sabe todo sobre nosotros, sin perder tiempo él entró a la habitación y cerró la puerta con seguro, acto seguido, tomó asiento en la mecedora con una postura recta y se cruzó de brazos. Algo me dice que habrá una conversación y será larga.

Me senté sobre la cama junto a Shawn, este me apretó la mano, sabía lo que eso significa.
—Daemon hay algo que tengo que decirte.
—Después, Fátima —me interrumpió para enseñarme una carta. ¿Una carta? ¿Ha estas alturas? No creo que sea de algún conocido, siendo honesta no hemos recibido cartas desde hace meses ¿por qué ahora? Mientras pensaba si en tomarla o no, Daemon pareció leerme la mente.