Capítulo 31 SENTENCIA

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—Nadie puede saber que estuvimos juntos —dije.
Shawn volvió a ponerse sobre mí, procurando no aplastarme —. Me disgusta tener que escondernos para poder amarnos.

Gracias a su voz ronca me puse roja como un tomate. Minutos después nos vestimos en silencio, aún no me explico el por qué sigo experimentando vergüenza frente a él, a estas alturas vergüenza es lo mínimo que debería sentir.

Para ponerme mi blusa tuve que darle la espalda, las manos de Shawn me ayudaron ya que lo hice con torpeza. Vaya, parezco una idiota—. A pesar de haber perdido tu virginidad conmigo sigues siendo muy inocente —susurró en mi oído.

Giré en mi propio eje para encararlo.

—No soy inocente —chillo. Luego me doy cuenta que estoy roja nuevamente.

De un movimiento ágil y sin esfuerzo, Shawn me alzó obligándome a enrollar mis piernas en su cintura. Sus grandes manos se aferraba con precisión en mis caderas.

—Nena, lo eres, eso no se discute.

La palabra “nena” jugaba tenis en mi cabeza, mi corazón palpita como nunca. Me gusta que me llame de esa manera, sí, es rara la ocasión que esa palabra salga de su boca. Qué reconfortante resulta su mano acariciar mi cabello, lo hacía como si fuese una muñeca. Cada dedo era una cerda que cepilla con suavidad de la raíz a la punta.

—Shawn...
— Dime, cariño.
—Me tratas como si fuera una muñeca, ¿por qué?  
Sus ojos castaños estaban dilatados:

—Tu cuerpo es lindo y frágil, a veces creo que va a romperse cuando te tengo entre mis brazos, sigues siendo pequeña. Se me acaban los motivos. Una muñeca, esa es la impresión que me diste la primera vez que te vi.

De acuerdo, ya me morí, por millonésima vez.

Él besó mi frente para después dejarme sentada en la orilla de la cama. Adoraba los rizos de su cabello. Abrió la ventana y una corriente de aire me hizo temblar —Tengo un asunto que arreglar, te veré mañana ¿de acuerdo?

Fruncí el ceño.

—Planeas ir con Arthur Black.

Shawn apretó la mandíbula, sí, ese era su asunto.

—Cariño, no sabía que...

—James me contó todo, solo quiero que me digas que no harás una estupidez.

Shawn se mordió el labio inferior y miró a la nada.

—Mendes.

Él se encogió de hombros—. No haré una estupidez si tú vienes conmigo.

Santa mierda, no podía estar hablandome en serio ¿o sí? Son las once de la noche, qué pasará si me voy con él y mis padres regresan. La respuesta es simple: me colgarán de un árbol.

—No tan rápido, Shawn. Si quieres que vaya contigo tienes que arreglar algo primero.

Enarcó una ceja:

—¿Qué?

—La puerta, no sé cómo demonios lo hiciste, pero la forzaste para entrar.

Shawn me miró avergonzado, fue directo a solucionar eso, mientras fui a la habitación de Damon y busqué un suéter para él. Hace un frío de la mierda, se enfermería con facilidad. Me puse un suéter azul y luego le ofrecí el suyo —. Solo póntelo.

Lo hizo automáticamente.

—Vaya, mi prometida me trata como mi madre.

Me ruborice.

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