Capítulo 25 OCHO DE AGOSTO

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Cuando Shawn sopló las velas de aquel pastel aplaudimos con entusiasmo, antes de que a alguien se le ocurriera hacer una broma pesada él se percató de eso y se adelantó; tomó a la primera persona que se encontraba a su izquierda de la nuca enterrando su rostro sobre el pastel. Pobre víctima, al apartarse se retiró el pastel de los ojos.

— Genial Shawn, parezco un puto payaso —se quejó James.

Sí, comúnmente James suele ser víctima de las bromas de Mendes, fantástico ¿no? 

— No aguanto tus gilipolleces.
— Ya somos dos —me uní a la conversación.

Shawn dejó de reírse para ponerse serio, no, la seriedad no era lo suyo en ese momento. Agarró más cantidad de pastel y se la restregó a James en la cabeza. Lo único que me mataba de risa era lo que James respondía:

— Que alguien le de un correctivo a este puberto.

Apreté los labios —. ¿Puberto? ¿Qué clase de insulto es ese?

Silencio instantáneo fue lo que recibí a cambio.

— Me ha dicho cosas peores, he  perdido la cuenta — dijo Shawn rodeandome con sus brazos, no fue un gesto tierno porque mi blusa ¡Terminó llena de pastel! Bien jugado, Shawn.

Entrecerré los ojos mirándolo fijamente, odio las bromas y también el pastel, él lo sabe muy bien.

— Te perdono solo porque es tu cumpleaños.

Sonrió de oreja a oreja.

— Gracias, cariño —me besó en la mejilla.

Diana compró otro  pastel, puse resistencia al probarlo, sé que el pastel es dulce y delicioso pero para mí es una tortura porque me resulta empalagoso.

Mi teléfono sonó.

Shawn me lo arrebató, desde que me compró ese teléfono verifica todas las llamadas, sé que lo hace para evitar problemas, pero resulta incómodo. No sé cómo decirle que no haga eso.

Es un paranoico.

— Tu padre te llama —me informó.

Tragué saliva ruidosamente:

—Hola, papá.

—Hola, Fátima. Escúchame con atención —oh, no. Me llamó por mi nombre. Mala señal, mantuve mi sonrisa para no preocupar a Shawn —. Claro, dime.

—Sabes qué día es hoy ¿verdad? No pienses que voy a regañarte o algo por el estilo, pero la próxima semana inician las clases, tienes que regresar para revisar horarios y esas cosas. Ya es hora de volver a casa.

Lo olvidé por completo. Olvidé la escuela, demonios. No es la primera vez que me olvido de la escuela, sin importar que sea buena alumna.

— Tienes razón, no tengo prisa por eso, tómalo con calma.

— Fatima... hablo en serio.

— Sí, bien, de acuerdo, ¿cuánto tiempo tengo? No veo la prisa.

La respuesta de mi papá fue la gota que derramó el vaso—: Veinticuatro horas, mañana mismo quiero que vuelvas a Los Ángeles. Tenemos cosas de que hablar.

Mi padre colgó sin dejarme siquiera responder. La sonrisa que probablemente abarcaba mi rostro se esfumó, poniéndome a pensar a profundidad. Los meses pasaron más rápido de lo que me hubiera gustado, digamos que apenas logré a acostumbrarme, ahora tengo que irme, volver a mi vida,  mi vida a como es realmente, eso significa una sola cosa; alejarme de Shawn y todos los sinónimos que existan de esa palabra. Es fácil decirlo incluso pensarlo pero lo joderia, lastimaria a ese chico que tanto cariño le tengo.

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