— ¡Levántate, vamos! Llegaremos tarde a donde transportan personas de un país a otro por el cielo—. Dijo Lucy con voz maternal.
—Madre, no sé si estas en este siglo o en el anterior o el anterior a ese pero se llama aeropuerto. Y por favor, déjame en paz.
—Hija.
—Mama, ya me levanto en un rato— respondí fastidiada haciéndome un ovillo en la cama, envuelta en sabanas blancas.
Lucy me lanzó un zapato y este dio justo en mi cabeza—, ¡Mama!— saqué mi cabeza de entre el revoltijo de sabanas.
Lucy puso sus brazos en jarra—, si no estás lista en quince minutos, sabrás quien es tu madre.
— ¿Lucy Roses, quizás?— respondí con tono burlón, somnolienta también.
Lucy hizo un amago de lanzar su otro zapato, pero solo se volvió y salió de la habitación. Escuché como gritaba mientras bajaba hacia el piso principal.
Me levanté de la cómoda cama y caminé hacia el baño, arrastrando los pies cansada. Me miré en el espejo. Era un desastre. Era... diferente. Me convertí en una chica insolente, maleducada y siempre estaba de mal humor, la verdad. Muchas cosas no me importaban. Tener que soportar a tu ex novio y ex mejor amiga durante mis dos últimos años en la escuela no fue nada fácil, me convirtieron en esa chica.
Quise superarlo todo, pero no pude en cambio cambié como persona, como hija. No era la misma chica respetuosa y sonriente que decía si a todo. Que mas daba cuando tu novio rompe y el amor te humilla de la manera que lo hizo conmigo.
Cepillo mis dientes y luego entro a la ducha.
Salí del baño y me cambie y tome mis maletas para bajar a los escalones encontrándome con Lucy, mi madre.
—Por fin sales. Treinta minutos. Treinta y dije quince, Emma.
Hice ademan restándole importancia al asunto—. Claro, claro. Como sea.
Lucy se puso sus lentes de sol y se cruzó de brazos—, a ver. ¿Qué pasa ahora?
Solté una carcajada después de escucharla—, ¿Que que pasa? Lucy, nos vamos a Inglaterra; al otro lado del planeta, sabes. Donde solo llueve y es nublado.
— ¡Pero eso es fantástico! Nueva casa, nueva vida, ¿no es así como dicen? Tornar la hoja y cambiar de vida—, sonrió.
Miré al cielo preguntando cómo pude merecer una madre así—. Es cambiar de página para iniciar de nuevo. Es totalmente diferente de lo que has dicho.
—Como sea, vámonos. No vaya a ser que perdamos el aviador.
— ¡Avion! Y ojala.
Ya en el transporte aviador, perdón, quise decir avión Lucy y yo estábamos sentadas ya, una al lado de la otra. Le dije que me dejara al lado de la ventanilla, para ver como el mundo se volvía pequeño ante mis ojos. Me acomodé lo más que pude y puse mis audífonos en mis oídos, la música empezando a reproducirse alto. Me dispuse a mirar el cielo azul y lo cerca que estaba de este.
Unas horas después siento un toqueteo en mi hombro derecho, volteo a ver y una azafata estaba inclinada hablándome, cosa que no escuchaba. Me quite los audífonos, molesta y forcé una sonrisa lo mas que pude, pero lo sustituyo una mueca.
— ¿Dígame? ¿Por qué razón se atreve usted a interrumpir lo que estoy haciendo?
Aquella mujer me miró sin saber que responder, pero volvió a sonreír—, solo quería preguntar si desea algo de comer.
—No. No quiero nada, ya puede irse—, esperé a que se alejara pero no lo hizo— ¿Qué espera? Váyase que no la necesito aquí.
La azafata y su sonrisa mal colocada salieron de allí a quien sabe dónde. Cuando el avión llego a su destino, Lucy y yo bajamos del avión y debo admitir que me sorprendí por la hermosura de Londres. No pude evitar la sonrisa que se dibujó en mi rostro al darme cuenta de que por fin estaba lejos de Estados Unidos, de Boston exactamente. De Henry.
— ¿Cómo te sientes, Emma?— me preguntó Lucy.
Me encogí de hombros, tratando de disfrazar la emoción—¿Cómo me voy a sentir? Con frio, mama.
—Solo camina— respondió frustrada. Aunque se sintió aliviada quizás, porque ya me tenía lejos de todo aquello que provocaba en mi dolor. Me sentía un poco extraña cuando ella me miraba, observando cada cosa que hacía.
— ¿Mama, porque me miras tanto? Me siento intimidada por ti— fruncí el cejo.
—Te veo y recuerdo a mi hija, a mi verdadera hija.
—Aun sigo siendo tu hija.
Pero Lucy negó—, no sonríes, no cantas, no haces chistes. Esa era mi hija. Solo estas enojada siempre e inmersa en tus pensamientos.
Por un momento no supe que decirle, porque ella tenía razón—. Lucy, ya no soy la misma. Debes aceptar esto porque es lo que soy ahora y lo que siempre seré.
Vi como, por su mirada, se decepcionaba al escucharme. Se limitó a mirarme una vez más y luego camino en silencio.
Cuando llegamos a nuestra nueva casa, mis ojos se abrieron como dos platos. Era, por así decirlo, casi como un castillo. Era gigante, de tres pisos; con jardín además.
Lucy me miro sin palabras riendo—, ¿te gusta, verdad? Vi que estaba en venta por internet y no dude en que te encantaría.
—Mama... esto parece un castillo.
—No exageres.
—Es cierto—, asentí— nunca habíamos vivido en algo como esto.
—Solo entremos.
Y así lo hicimos y me quede aun más sorprendida con el interior. Estaba amueblada, una sala de estar gigante, con una araña de cristal colgando en el techo y la cocina... era majestuosa. Las habitaciones estaban en el segundo piso y el tercer piso estaba compuesto por el salón de juegos, y un pequeño salón para ver películas.
Cuando terminamos de ordenar me tire en el sofá y cerré los ojos, sintiendo alivio—, Lucy prepara algo de comer, estoy hambrienta y cansada.
Se sentó junto a mí y me dio un abrazo—, pero si apenas hiciste algo—, la mire con el cejo fruncido.
Nos sentamos juntas en la cocina y comimos espaguetis de cena—. Esta bueno, mama. Gracias.
Lucy sonrió—, todo por mi niña.
— ¿Te respondieron de la universidad? Aun sigo esperando la carta.
—Llegara, no te preocupes— trató de tranquilizarme, pero era que aquella universidad era prestigiosa, la mejor en medicina. Y no sabía que iba hacer si no me aceptaban.
—Buenas noches, mama— me puse de pie y camine hacia el segundo piso sin escuchar su respuesta.
Fue un día largo y lo peor aun no comenzaba.
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Catch my breath.- Max Irons (Editando)
Fanfiction¿Quieres que te cuente una historia? como cada una, estas suelen tranquilizarte, suelen llevarte lejos. Esta bien. Te contare una historia. Pero no me interrumpas, es un poco fastidioso. Comencemos. Erase una vez, una chica. Esta chica llena de aleg...