«¡Sorpresa!»

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La chica se levantó de la cama y bostezó tomando su móvil y mirando la hora: 4:30 P.M., la noche anterior fue una de las noches más hermosas jamás vista, bueno, para ella lo era así. Ver las estrellas fugaces tan brillantes, y  Max y sus amigos junto a ella, era lo mejor que podía pedir. Aunque le faltaba su madre, Lucy. La chica fue directo al baño y cepilló sus dientes, luego entró a la ducha, ya despojada del pijama, dejando que el agua le bañara por completo, sintiendo como el agua rociaba su cuerpo.

Luego de diez minutos, fue directo a su balija, tomando unos jeans; tomo un sweater color verde azulado y unas vans blancas. Peinó su pelo rubio, dejándolo suelto -Algo extraño ya que Emma siempre lo lleva en una coleta alta- y fue a la cama para despertar a Rose, pero, notó que ella no estaba. Extrañada de eso, salió de la habitación al pasillo, directo a los escalones que la guian a la sala de estar. Bajo peldaño por peldaño y fue al comedor, luego a la cocina, pero nada. Ni señales de Joshua, Nick, Alex, Willa o Rose o Max, incluso de Bianca. No habia nadie alli. Emma decidio salir al jardin pero nada.

«¿¡Dónde están todos!?» Cansada de buscar, decidió salir de la Gran Casa del Lago y pasear por los alrededores.

Ya lejos de la casa, noto que pasaba por el Parque Kensington, vio como los niños corrian, jugando, riendo. Sintió como la melancolia se introducía en su interior. Aquella niñez, aquello que perdio, por culpa de su padre. Emma hubiera deseado una mejor niñez, con risas, felicidad. Pero no fue asi, todo era tristeza, dolor. Alejó aquellos pensamientos y caminó por el parque y se sentó en una banca frente a la estatua de la paloma, donde Alex, le dijo que simbolizab paz. Recordó como le cantaba a él, a aquel chico de ojos grises como el cielo de Londres. Sintio un escalofrio en el cuerpo y miro a otro lado. Miro hacia el señor que vendia helados. Recordó a Alex, nuevamente, recordó como sonreia mientras comia su helado. Recordó como Alex, en aquel lugar, le hablaba sobre si moria pronto. Eso la asusto. Sintió como un dolor oprimia su pecho, tan solo pensar que Alex moriria le aterra. Ella no podria soportarlo, no podria, la culpa y dolor la matarian.

Se paró de la banca y empezó a caminar. Rápido. Su corazón le decia que algo no estaba bien. Asi que se dirigio alli.

Corriendo a la entrada de la casa del lago, vió como todos sus amigos estaban en el jardin frente a ella, detrás de ellos, ella pudo notar adornos y sombreros y una gran mesa repleta de comida, como si se tratara de una fiesta. Lily y Mildred, las mucamas, estaban junto a Sus amigos, sonriendo. Felices.

-¡Sorpresa!.-Gritaron ellos al unísono acercandose a Emma, quien estaba estupefacta, sentia como su corazón latia rapido. Ella no se explicaba por que la fiesta sorpresa, no habia hecho nada para ganarsela.

- Felicidades, señorita Emma.- Dijo Lily abrazandola. Emma aún no entendia.

Mildred, la cocinera, se acercó y le abrazo fuertemente, dejando a Emma sin respiración. Luego vinieron los demás, menos Bianca, quien se encontraba a unos metros de ellos, alejada.

- Umm...¿Qué pasa?.- Preguntó Emma aún sin entender el motivo de la celebración. Todos la miraron como si de una loca se tratara.

- Emma, hermosa, es tu cumpleaños.- Dijo Alex comprensivo, Max lo fulminó con la mirada.- Es tu dieciocho cumpleaños.

-¿Qué? Yo...No lo recordaba...- Sintio como la vergüenza la embargaba y sus mejillas ardian con fervor.

-¿No recordabas tus dieciocho cumpleaños?.-Dijo Willa incredula.

- ¿Cuando ya eres mayor de edad al fin?

- Yo...No tengo tiempo para pensar en mi cumpleaños.- Dijo Emma fuerte.

- Esta bien Linda. Lo entendemos. ¿Verdad?.-Dijo Max mirando al resto, quienes asintieron, Alex lo miraba incredulo ante sus palabras, Max miro a Emma con...¿Ternura...Amor? No lo creia, ella estaba imaginandolo, si, eso era.

Catch my breath.- Max Irons (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora