Trato, dummkopf

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—Hola—, lo saludó acercándose para darle un beso sin embargo él la evadió. Ella lo miró extrañada.

—Debo decirte algo—, la miró, y luego sus manos.

— ¿Qué ocurre?

—Debemos darnos un tiempo—, después de tanto rato, la miró una vez más. Sus ojos acuosos.

Ella parpadeó varias veces, sin creer lo que estaba escuchando.

—Pero... ¿Por qué? Yo, es decir...— no sabía que decir. No entendía cómo la relación pudo haber dado aquel drástico giro.

—Perdóname.

Permanecieron en silencio unos minutos, sin saber qué decir.

Ella lo miró, esta vez seria— dime. ¿Por qué?— se puso de pie, conteniendo la furia—, ¿Por qué deberíamos darnos un tiempo, Henry?

Este solo miraba sus manos, jugando con ellas. — dime, Henry. ¿Por qué deberíamos romper? Dame una razón, solo una y te dejo ir.

Esta vez la miró y tomó sus manos rápidamente, negando. — no me obligues a decírtelo. Por favor.

—Necesito saber. ¿Es alguien más? ¿La conozco?

Henry bajó la mirada, apenado y ella se alejó unos pasos de él—. Claro. La conozco. ¿Quién es?

El la miro suplicante, sin querer decirle. Pero ella no pudo contenerse y le gritó— ¡Quien es!

De pronto, un nombre le vino a la mente, sin explicación— ¿Allison? ¿Es ella?— y pudo confirmarlo con su silencio. Y sintió como su corazón se destrozaba en dos partes; y como le dolía tanto.

—Espera...— dijo Henry tratando de acercarse a ella.

—No. — Respondió negando frenéticamente—, aléjate de mí. Lo mismo puedes decirle a ella cuando vuelvan acostarse de nuevo. A mis espaldas.

—Por favor. Puedo explicártelo todo.

Súbitamente, Emma abrió los ojos ante tal pesadilla. Si, era una pesadilla; ¿A quién le gustaría soñar con el día en el que descubre que le ponen el cuerno?

La chica se sentó en la cama y miró a la ventana abierta de su habitación, con sorna—, claro que podías explicarlo todo, idiota. Que me ponías el cuerno, nada más.

Se puso de pie y camino directo al baño, para ir camino a la universidad.

Mientras caminaba por el campus al edificio ocho se topó con una chica que de pronto la abraza. Emma, sin saber que hacer solo permanece allí inmóvil. De alguna manera, se le hacía un rostro conocido... pero, ¿Quién era?

— ¿Cómo estas, Emma?

No sabía que responder pues no sabía o no recordaba su nombre. Pensó en los tantos posibles nombres que había escuchado cuando llego a Londres.

—Primero, ¿podrías devolverme mi cuerpo? Realmente lo necesito— responde de vuelta.

La chica un tanto apenada la suelta y la mira con una radiante sonrisa. Permanecieron en silencio unos minutos, que para Emma parecían eternos, es que ¿Por qué se quedaba allí? Debía ir a su clase. Pero consideraba de mala educación dejar a una persona allí plantada y peor, no recordar su nombre.

No le quedaba más remedio que preguntarle, abrió la boca para hablar pero la chica la interrumpió, — ¿quieres que te acompañe a tu clase? También voy al edificio ocho.

Catch my breath.- Max Irons (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora