Capítulo 1

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Capítulo 1: "Intentando recuperar mi vida"

Altagracia Sandoval:

Escuche por última vez las palabras de mi hija sobre mi y el segundo modulo de la fundación "Renacer" antes de salirme de la página donde lo transmitían y llamar al lugar. Un par de minutos después un hombre me respondió. No reconocí su voz y ni me importo, me informo que esperará en la línea por Saul. A la distancia vi Matamoros saludandome y yo le sonreí en respuesta, justo en el mismo momento que escuché a Saúl hablarme.

-¿Bueno?

-Licenciadito -la ironía se hizo presente en mi voz.

-¿Altagracia? -se escuchó sorprendido y yo sonreí.

-Escuché las declaraciones de mi hija, me defendió como nunca nadie lo había hecho. Me gustaría darle las gracias, pero no puedo. Mi única manera de agradecerle es estando lejos, muerta para ella.

-¿Donde estás?

-Te llame porque quiero que dejes de ir a la policía. Te aconsejo que dejes de buscarme o me vas a encontrar, licenciadito. Eso podría ser muy peligroso para Mónica, para ti y para mi, en todos los sentidos.

-No, no, no le puedes hacer esto.

Sus palabras me hicieron reír, pero al mismo tiempo Matamoros a la distancia llamo mi atención por lo que tuve quitarme las gafas para verlo mejor. ¿Qué rayos hace? Lo ignore y seguí con Saúl.

-Sigues creyendo en tu justicia. Muy bien. -sonreí con ironía. - Yo en la mía. Una vez me dijiste que la justicia tiene nombre de mujer y si, si es cierto, Altagracia Sandoval. -le recalqué antes de colgar.

La justicia soy yo, a la que nunca creyeron juzgaron y traicionaron fue a mi y ahora más que nunca Altagracia Sandoval será más fuerte que nunca. Como la misma justicia cuando se le rompe muchas veces.

Camino hasta donde Matamoros quien esta sentado a un lado de la Torre Eifel y me quito mis lentes y mi pañuelo de la cabeza para sentir el fresco aire de la libertad. Ya no habrá nadie buscandome, no más policía y gente metida en mi vida. Al fin y al cabo si nadie se empeña en recordar que estoy viva no me buscaran. Porque bien dicen que cada ser humano tiene siete caras parecidas en el mundo y yo me encargaré de hacer realidad ese mito. Sonrió... y miro a unos pasos a Matamoros.

-¿Qué hiciste? ¿Te pedí que la cuidaras no que la ensuciaras? -me quejé, aun sonriendo ante la tierna escena.

-Ya lo se, Doña, pero es que su carita no paraba de pedirme un helado, así que no pude evitar comprarselo.

-Solo tiene siete meses, Matamoros. Como te va a pedir un helado. -reí, al mismo tiempo que veia a mi pequeño pedacito de cielo expandir sus brazos para que lo tomará. -Lo que pasa es que te has vuelto un tío muy consentidor ¿Verdad que si, mi amor? -estire mis brazos para tomar a mi pequeña niña y ella balbuceo llenándose de saliva y helado. -Creo que esta por salirle los dientes. -le informó, mientras la veo llevarse el puñito cerrado hasta la boca y chuparlo. El asiente.

-Le note un poco de fiebre hace un rato. -lo mire alarmada. -Nada grave, se le fue enseguida. -se apresuro a aclarar.

Yo suspire y bese la cabecita de mi niña.

-Hable con Saul, dejara de buscarme.

-¿Tu crees que lo haga? - me miro, al mismo tiempo que le pasaba una flor de goma a Luna.

-Lo hará, yo se que lo hará... Además necesito tiempo sin policias para que mis abogados puedan arreglar mi situación en México. Necesito ser libre, no solo por mi, sino también por Luna. -miro a mi niña chupar su juguete. -También se debe arreglar tu situación. Luna merece una familia buena y que no sean buscados por la policia.

Más allá de La DoñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora