CAPITULO 3 "Devuélveme la vida"

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— Fue a por algo de beber—dije retirando sus manos de mi hombro con el estómago un poco revuelto por el contacto, mirándola de arriba abajo con molestia y un poco de envidia malsana

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— Fue a por algo de beber—dije retirando sus manos de mi hombro con el estómago un poco revuelto por el contacto, mirándola de arriba abajo con molestia y un poco de envidia malsana.

 Era guapa, muy muy guapa hasta el escándalo. Morena, ojos color violetas, perfilados labios,  curvas de infarto y una delantera que nada le tenía que envidiar a un equipo de fútbol, pero con un carácter de mil demonios. Soberbia, estirada y sin un atisbo de compasión y empatía.

 No entendía como Derek podía soportarla.

 ¡Ah se me olvidaba era.... asquerosamente rica!  que puto asco, la jodida puñetera lo tenía todo.

—Volverá en seguida, ¿pasa algo Lucia?— pregunté algo cohibido y perturbado

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—Volverá en seguida, ¿pasa algo Lucia?— pregunté algo cohibido y perturbado. Definitivamente me ponía nervioso esa mujer, no sé si por su forma de mirarme, detallandome desde los pies hasta la punta del cabello, o por su presencia etérea, pero con un halo maligno.

— ¿Si pasa, claro que pasa! Que estoy harta de que siempre estéis juntos, de que le sigas como un perro faldero y de que esté contigo todas las malditas horas del día, cosita insignificante—. Esto último lo dijo arrastrando las palabras, impregnadas de un odio intenso, mirándome de arriba a abajo, con evidencias de un asco inmenso hacía a mi.

 Lo que salía por la boca de esa mujer era veneno puro, amargo toxíco y llameante.

El aire a mi alrededor se volvió seco y denso, siempre ocurría cuando Lucia o el hermanastro de Derek, Alessandro, me hablaban.

 Sentí un escalofrío rrecoriendo mi anatomía, a pesar del fuerte calor que  exudaba el salón, pero no me acobardé 

—Escucha princesa de pacotilla, deberías de lavarte la boca con Sousa caustica antes de hablar conmigo—escupí enfadado por su forma de degradarme.

 Me elevé sobre mis pies todo los que pude mientras me encaraba a ella como un gallo de pelea. Intenté penosamente estar a su altura, no lo conseguí claro, pero lo intenté.

 No entendía por qué me odiaba, siempre la traté bien, todo lo bien que se le puede tratar a una tía con esa fuerte personalidad y arrogancia. Al fin y al cabo era la novia de Derek desde hacía cinco años, pero ella siempre me trataba mal y me despreciaba cada vez que podía, pero eso si, nunca delante de Derek. ¡Que lista era la hija de ...!

Ya no pudimos seguir hablando, o lo que fuera que estuviésemos haciendo en ese momento, porque regreso el Dios griego alias Derek, con dos bebidas en cada una de sus manos.

 Se acercó sonriendo, muy alegre y eufórico, con evidencias de estar  incipienteménte ebrio, ya que sus ojos, tenían esa tonalidad brillante y nubosa que le hacían andar ligeramente titubeante. 

Me hizo gracia verlo así, porque en ese estado se ponía muy sobón y cariñoso. 

El corazón me palpitó con agonía, cuando me miró suavemente, resbalando sus hermosos iris de color verdes  atigrados de  arriba abajo, como solía hacerlo siempre, y el aire para mí dejó de existir.
¡Dios Derek! Devuélveme la vida.....

Él, ignorante de lo que acababa de ocurrir entre su novia y yo, pasó el brazo por la cintura de  la alta morena, pegándola contra su cuerpo y a la vez, me rodeó con su otro brazo por los hombros posesivamente, inclinando su cuerpo hasta ponerse a mi altura, rozandome el oido con sus labios.

—Vamos al baño necesito refrescarme pequeño tapón, hace mucha calor aquí—me comentó guiñándome el ojo con descaro, para seguidamente voltearse hacia su novia y depositarle un beso en la frente.

 lucía abrió la boca para decir algo pero él me agarró del brazo y me llevo hacia delante en dirección a los baños, dejándola allí con la palabra en la boca.

¡ A tomar por el culo Lucia!, sonreí maliciosamente sintiéndome un poco malo por tener esos pensamientos.

Sin darme cuenta ya estábamos en mitad de la pista. Él jalando de mi mano, sintiendo su agarre fuerte y posesivo, mientras yo casi volaba detrás de él con un andar inseguro, tambaleándome seguramente por el alcohol, que ya corría caliente y juguetón por mis venas.

Avanzábamos por medio de la pista, cuando nos encontramos con Lucas, nuestro mejor amigo. Los tres formamos el mejor trio alocado de la universidad.

 Cuando nos vio se le iluminaron los ojos ,y nos brindó una sonrisa amigable mientras se acercaba a nosotros, agitando las manos con euforia.

—Ey chicos, ¿Cuándo habéis llegado?—y sin esperar a que respondiéramos dirigió su mirada hacía a mi, entornando los ojos con una sonrisa picara y con tono de sorna que sonaba bastante misterioso, gritó fuerte para hacerse escuchar por encima de la música.

—Dylan, Alessia te andaba buscando como una loca, la última vez que la vi estaba en la zona de privados, intentando encontrarte hasta por debajo de los divanes, esa chica está como una cabra.

 Se rió a carcajadas de su propia ocurrencia pellizcándose la nariz, mientras que con su puño me daba  un pequeño golpe amistoso en la cabeza, restregando mi pelo de un lado a otro con la palma de la mano, despeinando mi cabello y dejándolo como un desastroso nido de pájaros.

—!La tiene loquita perdida!—gritó mirando a Derek— . ¡Este Dylan es un rompe corazones y creo... que un rompe culos también, porque... el guapo y fornido  Robert, preguntó por nuestro pequeño y dulce tapón cuando me lo encontré hace unos momentos en la zona del bar. Y creo Derek, que ese tio quiere de Dylan, algo mucho más intimo que simplemente hablar—soltó el capullo de Robert mofándose de mí.

Pobre de mí, pobre diablo. 

 

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LOS QUIEBROS DEL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora