CAPÍTULO 31 "El jodido As de Corazones"

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--Parte final--

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--Parte final--

Las luces de los flashes nos iluminaron mientras nos adentrábamos en el lujoso salón donde se celebraba el  jodido y maldito  cumpleaños. No conocía al cumpleañero, sólo sabía que era un amigo de un socio de Alessandro, y que posiblemente, fuera  el imbécil futbolista que babeaba por Dylan.

 Me pareció mucha casualidad que de  rebote y por casualidad, yo también fuera invitado. Los sentidos me decían que esa "casualidad" provenía muy directamente de  mi hermano y eso me tuvo en un estado de alerta que me provocó un latigazo de dolor punzante en en lado izquierdo de mi cabeza, eso y los centelleantes y luminosos fogonazos, de las cámaras de los fotógrafos.

Nadiuska mi secretaria, sonreía aferrándose a mi brazo, sintiéndose la mujer más afortunada del mundo.

Posé mi mano en su espalda desnuda, acariciando con mi dedo pulgar la suave y bien hidratada piel de la rusa. Seguramente se habría dado un tratamiento intensivo en algún Spa del hotel y que por supuesto, le habría costado una buena cantidad de dinero.

—Vamos—le dije, empujándola levemente para que caminara hacía uno de los camareros que nos esperaba con una alargada sonrisa empalagosa. El estirado empleado, nos dirigió  hacía una de las exclusivas mesas del salón, justo al lado de una de las vistas más impresionante de la costa Gaditana. Desde ese lugar privilegiado, se podía divisar en todo su esplendor, la hermosa playa iluminada espectaculármente por un abrigo de estrellas fulgurantes.

 Desde ese lugar privilegiado, se podía divisar en todo su esplendor, la hermosa playa iluminada espectaculármente por un abrigo de estrellas fulgurantes

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Nadiuska asintió, y caminó a mi lado hasta las lujosas escaleras de mármol veneciano, que estaban justo al pie de la mesa que tenía reservada.

Aguanté un suspiro cansino y exasperado, cuando mi acompañante se detuvo para que le tomaran un par de fotos más. Había sido una mala idea haberla invitado, una muy, muy mala idea. Esa mujer era aburrida, sosa y mortalmente soporífera. Un Lexatin envuelto en un cuerpo nórdico de infarto.

No lo podía negar, pensé, (echándole un vistazo a su exuberante cuerpo, mientras veía como la rusa se retorcía en posturas imposibles que se me antojaron poco naturales, haciendo gestos con los ojos y los labios que me parecieron más bien, a los gestos ridículos y simiescos de un chimpancé), que aunque fuera caricaturesca, tenía que admitir que tenía un buen polvo o por lo menos eso decía Lucas. La verdad es que no quería pasar ni un minuto más con ella, pero ya no podía dar la vuelta para regresar a la habitación. No me quedaba mas remedio que aguantar y joderme

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