— Vas a sufrir, lo sabes ¿no? y eso me duele porque sé que él no te ve de esa forma—me dijo escrutándome los ojos fijamente—. Yo veo las cosas desde afuera, desde otra perspectiva que tu. Se poco de Derek, solo lo que tú me cuentas y lo poco que he hablado con él y... Hay algo que no me gusta de él, no sé, pero hay algo raro —confesó con total seguridad en sus palabras.
—No se a que te refieres—. Intenté hacerme el desentendido mirando hacia otro lado, pero sabía muy bien a qué se refería. Había algo en la vida de Derek que se me escapaba.
— Tu amigo tiene cierta adversión hacia los de la otra acera, hablando claro, no le gustan los gais, vamos que los odia, que los repele, ¿o es que acaso no te habías dado cuenta tapón precioso?—dijo con ironía.
— Si hija, si. No me des más detalles que te he entendido bien, pequeña bruja—bufé rodando los ojos, haciendo un mohín de fastidio conmi boca.
Ella me miró con detalle, como queriendo leer mi mente.
—¿Te gusta de verdad? —me preguntó, inquisitiva, analizando mis ojos.
— Si, me gusta de verdad—indiqué con resignación, subiendo los hombros, y aunque no le dije nada más, me di cuenta en ese mismo momento, que Derek me había calado hasta los huesos, invadiendo mi vida como una enfermedad, como un virus letal corriendo impasible por todas las venas de mi cuerpo.
Había luchado contra eso, sin embargo, ahora me daba cuenta que llevaba meses negándome a mí mismo que lo que sentía por Derek, era algo más que una atracción meramente sexual o la curiosidad adolescente sobre alguien de tu mismo sexo.
¡Dylan estas jodido!
—¡Pues lo tienes jodido, marica Tapón!—manifestó leyendome la mente sonriendo, una sonrisa que se empañaba con una mirada extraña, como de lástima— . Porque aparte de que él es un hetero homofóbico, algo esconde ese salvaje hombre, estoy segura de ello—explicó con un hálo de misterio.
Volví a sentarme de nuevo sobre el diván y dando varias palmaditas en el cojín, la insté a que se pusiera a mi lado. Ella lo hizo inmediatamente, sintiéndose ganadora y satisfecha de ver como llamaba mi atención con sus extrañas últimas palabras.
— A ver puñetera bruja trepadora, ¿Qué estas intentando decirme?, ¿Que pasa por esa cabeza loca? Cuéntame esos pensamientos tan oscuros—. Definitivamente está como una cabra, pronostiqué solo para mí.
Alessia al ver que ya tenía toda mi atención, me informó sus pensamientos con total soltura y con un deje de satisfacción.
— ¿Te acuerdas de la paliza que le dio a Robert?—susurró bajito.
— Si, claro que me acuerdo, como lo voy a olvidar—respondí ansioso y un poco cabreado pero con ganas de que siguiera contándome.
— Esa forma de pelear no era normal Dylan, eran golpes certeros ubicados en sitios estratégicos, para que Robert no tuviera ni la más mínima oportunidad de poder defenderse. Cayó sin ninguna oportunidad en el primer golpe, inconsciente. ¡Joder esa forma de luchar no se aprende en la calle!—sugirió con vehemencia, alzando la voz.
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LOS QUIEBROS DEL CORAZÓN
Romansa-¡Ojalá me alcance la vida para dejar de amarte¡-grite, con la angustia fluyendo en forma de lágrimas. El me miró con espanto, al escupir mis sentimientos de forma tan dañina. -- ¡ Que... Que dices¡-- susurró mirándome con sus profundos ojos verde...