CAPITULO 41 "La pantera de hielo"

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El regreso al hotel, fue por mucho, más lento y soporífero que la ida. Lucas se mantuvo todo el trayecto en estado de hibernación, permaneciendo en un letargo permanente, sin moverse y con los ojos cerrados como si estuviera durmiendo. Creí que seguramente estaba cansado pero delataba que no era así, el pronunciado tic de su arteria temporal qué parecía que le iba a reventar de un momento a otro.

Me extrañó su aptitud, supuse que estaría eufórico por cómo se había desarrollado la reunión con mi hermanastro.
Pude decir algo pero no lo hice. Me encontrada agotado, anormalmente alterado y sin ganas de historias raras, así que  agradecí su anómalo y milagroso silencio.
Pero aun así me pregunté si algo en su proceder, tenía algo que ver con esa mujer de cabello largo tan asombrosamente parecida a ella...

Tan pronto como llegue a la habitación me tiré a todo lo largo en el sofá, exhausto, irritado y con todos los músculos en tensión.

-— ¿Quieres algo de beber?—. La pregunta de Lucas me hizo ver que el osezno italiano había dejado su estado de hibernación y me había seguido hasta la suite. Cerré los ojos con cansancio y negué con la cabeza, sopesando si mirar en el dormitorio para ver si Dylan seguía allí. No, con total seguridad que no. ¿Quien se quedaría después de dejarlo tirado en media de la noche sin ninguna clase de explicación? El enano seguro que no. Lo conocía lo suficiente para saber qué tal como salí por la puerta él salió detrás.... Quizás fuera mejor así... o no. ¡Mierda! Solo pensar en él  hizo que me calentara. Me vi recordando el erótico y pequeño lunar que tenía Dylan bajo el nacimiento de su pelo,  en su suave y aterciopelada nuca, en la manchita oscura y un poco rasposa que con mi lengua había notado en el interior de uno de sus muslos, justo al lado de la pequeña cicatriz que decoraba  su ingles y los cinco precioso lunares en forma de estrella que dibujaban un efímero firmamento en la base de su dulce, manso y hambriento pene.

Mi polla protestó.

—-Pues yo si—-. Abrí los ojos al escuchar la voz de mi amigo. Estaba abriendo una de las cajas de whiskey que le habíamos birlado a mi hermano ... cogió una botella  y se echo una buena y generosa cantidad en un vaso corto.

—- ¡Joder Lucas! Son las ocho de la mañana... ¿de verdad que vas a beber ahora? ¡Mierda! Solo vete ya, quiero descansar un poco—-. Apoyé un codo en el brazo del sillón pasándome la lengua por los labios y observándolo con cara de pura mierda—-. Necesito dormir y después follar... o más bien necesito follar y después dormir.

—-Veo que hoy no es tu día, solo hace...—-echo un vistazo de reojo a su reloj de muñeca—-... '¿cinco horas que la metiste en su culo caliente?—-. La pegunta fue acompañada con un movimiento obsceno característico de apareamiento. Hice un gesto de fastidio y le dirigí una mirada intensa que lo hizo callar.

—Eres un imbécil. Sabes que me molesta que hagas eso—. Señalé la puerta con el dedo—. Solo vete y déjame tranquilo—. El no hizo ningún amago de irse y eso me cabreó—Mierda Lucas, márchate y ve a hacer lo que jodidamente hagas cuando no estás trabajando para mí...Y otra cosa... no vuelvas a dirigirte a él, en esos términos—. Volví a cerrar los ojos ignorándolo por completo, creyendo que quizás con eso se iría. Pasaron unos segundos sin escuchar ningún ruido y volví a abrir los ojos para ver si se había ido.

Lucas me observaba con seriedad, negando desaprobatoriamente por mi actitud y caminó hacia mí con paso tranquilo.

— ¿Que pasa, no te largas?—. Se quedó estático frente a mí sin decir nada. Resoplé con fastidio— ¡¿No piensas hacer nada?!— exigí al ver cómo que no tenía intención de irse.

—Sí, pienso hacer algo, buscar ayuda— comentó mientras tomaba su móvil—. Y... si después de esto tú sigues igual, empezaré a buscar otra  solución, así de sencillo.

LOS QUIEBROS DEL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora