--Dylan--
Una vez leí en una revista científica, que la nariz esta diseñada para filtrar y calentar el aire antes de alcanzar la cavidad en donde se encuentran los receptores del olfato y que también, puede llegar a recordar 50.000 olores diferentes. Esa prodigiosa memoria olfativa, es la que hace que olamos un aroma y éste pueda transportarnos con nuestros recuerdos a décadas atrás, a un momento vivido, a un lugar concreto. Ese es el poder predictivo de la teoría...En la práctica, lo científicos que estudiaron ese fenómeno, no se equivocaron en absoluto, por lo menos en lo concernente a mí.
El olor mentolado y salpicado de una nube de whisky, debilménte familiar, explotó y golpeó en mi nariz, picando en mi lengua y abrasando como lava mi corazón.
Rogué, como un ferviente beato, por el fugitivo halito que todavía no había vuelto a mi boca para que siguiera alimentando a los necesitados alveolos de mis pulmones y, poder finalmente respirar.
No sé cuánto tiempo pasó sintiendo el aliento caliente y libidinoso contra la piel de mi cuello y la sensación hizo que todos los vellos de mi piel, se erizaran. Mis piernas temblaron de miedo pero... también de algo más, algo que hizo que mi corazón bombeara más sangre de lo normal, burbujeando, hematíes, plaquetas y plasma por todo mi torrente sanguíneo llevándome a una combustión humana inminente. Mi ingles se carbonizó entre un baile de piel ceniza y humo.
La piel, del desfiladero de mi cuello, hirvió candente, al rojo vivo y lanzando un tsunami de olas de fuego, hacia las paredes de mi estómago.
Me estremecí, cuando mis labios clamaron por un beso conocido, anhelando por meses, algo muy querido y necesitado, algo que hacía mucho tiempo, dejaron una huella impresa entre los bordes dulces y temblorosos de ellos.
Sentí un terror dulce ante tal explosión de emociones ¿que coño me estaba pasando?
Miré alrededor, tratando de que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad, pero juro que no pude ver nada, ningún resquicio de luz se adivinaba por ninguna parte.
Mi pecho subía y bajaba con acelerones desacompasados, derritiéndome por la abrasadora y mojada caricia de la lengua detrás de mi oreja. De pronto dejé de sentir el caliente aliento en mi cuello, para advertir una mano deslizándose delante de mis vaqueros. Contuve el aire, no podía emitir sonido alguno, estaba paralizado, embriagado por la ardiente respiración que ahora se encontraba en mi rostro, y enseguida una provocante lengua se deslizó sobre mis labios.
¡Dios! Yo ni siquiera luché por zafarme del agarre de las manos que me tocaban, ni siquiera de la invasora lengua que rebuscaba ávida algún tesoro en el fondo de mi garganta. No fue un beso normal, ni siquiera sexual, era animal, primitivo, como si la persona que me estaba besando, quisiera arrancarme la boca y, con ello, todo lo que estuviera en su interior.
Cerré los ojos cuando la mano apretó mi polla hinchada a través de mis jeans, escuchando como en un sueño, como mi cremallera bajaba como por arte de magia. La mano ni siquiera había llegado a mi sexo, y, sin embargo yo ya esta duro como una barra de acero.
Mis vaqueros fueron empujados hasta la mitad de mis muslos y unos dedos se hundieron en la profundidad de mis glúteos. Inconscientemente abrí mis piernas notando como un dedo largo y grueso jugaba con mi fruncida y necesitada entrada mientras una lengua se agarró con ferocidad alrededor de la cabeza de mi polla.
ESTÁS LEYENDO
LOS QUIEBROS DEL CORAZÓN
Romance-¡Ojalá me alcance la vida para dejar de amarte¡-grite, con la angustia fluyendo en forma de lágrimas. El me miró con espanto, al escupir mis sentimientos de forma tan dañina. -- ¡ Que... Que dices¡-- susurró mirándome con sus profundos ojos verde...