Capitulo 24: La envidia acecha

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No he dicho palabra alguna en todo el día. Solo lágrimas caen por mis ojos al saber que hoy me inducen el parto y mi bebé podría morir. Papá ha intentado levantarme el ánimo, mamá y mis hermanos también pero nada lo logra. Leyla ha dicho que Aarón no se ha aparecido en el hospital en todo el día y eso me quiebra por dentro. Una enfermera me coloca una sustancia para inducir el parto y sonriente pero tenue me dice

— En unas horas vas a empezar a sentir contracciones que serán cada vez más fuertes. Cuando las sientas nos avisas

Me quedo callada y termina yéndose de la habitación sin más que decir. Miro el móvil y no hay ninguna llamada de Aarón, ningún mensaje. No le importa en lo absoluto lo que pase con nuestro hijo y eso mas que enojarme, me duele. Al rato Raisa entra a la habitación con unas cobijas y sonriendo pregunta

— ¿Cómo te sientes?— Me quedo callada e insiste — Lara, por favor contéstame, se que es difícil, se que no es fácil lo que te está ocurriendo pero trato de ayudarte.

— ¿Quieres ayudarme? ¿Realmente quieres hacerlo? Haz que mi bebé no muera, logra que nada le pase. ¿Verdad que no puedes hacerlo? Nadie puede ayudarme ahora lárgate y dejame sola.

Niega con la cabeza

— No me iré solo porque tú lo digas. No es momentos para inmadureces Larabelle. ¿Donde esta Aarón? ¿Lo sabes?

— No ni me importa

— Pues te voy a avisar dónde está ahora mismo, está en la sala de emergencias de este hospital por intoxicación con alcohol. Todos nos desmoronamos por más fuertes que querramos vernos. Ese hombre sufre por ti y por su hijo y no sabe cómo manejar los problemas. Lara, si tu bebé no logra sobrevivir, por algo es. No te aferres a lo inevitable. Hay cosas que pasan y son mejor aceptarlas.

Todos hablan, todos lo dicen como si fuera fácil, como si sufrieran lo que yo, nadie podría entenderme ni siquiera un poco. El médico llega horas después avisando que por mi corazón se me hará una cesárea y niego rápidamente con la cabeza

— Quiero dar a luz a mi hijo naturalmente

— Pero Lara…

— Ya dije, no me cuestione. Es mi problema, asumo el riesgo.

— Con que firmes el relevo de responsabilidad no habrá problema.

Las contracciones han comenzado y siento que quiero morirme, las punzadas son cada vez más fuertes y cerrando los ojos intento tolerar el dolor. Necesito tenerlo cerca, imaginaba este momento único, imaginaba que estaría a mi lado apoyándome pero no, está en una sala de emergencias borracho sin hacer nada bien por nadie. Me llevan hasta una sala de partos y entre lágrimas miro a una de las enfermeras y pregunto

— ¿Podría hacer entrar a mi papá? Está afuera, por favor

— Si señorita

La enfermera va a buscar a papá y Aún me duele que Aarón no esté aquí. Papá entra todo cubierto con una bata quirúrgica y deteniéndose a mi lado agarra una de mis manos.

— Aquí estoy cariño

— ¿Puedes quedarte? No quiero estar sola. Tengo miedo

— Aquí voy a estar amor, tranquila solo respira y intenta estar calmada.

Me retuerzo en las sábanas muriendo de dolor. El obstetra se sienta en una banca entre mis piernas y pide que puje. Apenas tengo fuerzas pero hago lo que me pide y un grito fuerte y ahuecado retumba en las paredes de la habitación. Pide que lo haga tres veces más y la última vez mi bebé nace y el aliento lo pierdo quedando casi sin conciencia. Veo a los médicos alrededor de mi bebé en una mesa y preocupada pregunto

Me Robaste el Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora