Entre los imponentes robles una jovencita corría con torpeza; risueña intentaba escapar juguetona de un apuesto hombre de cabellos dorados.
—¡Es muy lento, joven herrero! — gritó entre risas la chica que solo mantenía a la vista sus grandes y profundos ojos azules; con su mano usaba la tela que llevaba encima intentando cubrir su rostro.
Era muy común que parejas lujuriosas entren en lo profundo del bosque Vincennes, pero para Félix era su primera vez en ese nublado regalo de la naturaleza.
El miedo que sintió cuando dio su primer paso entre los imponentes robles se había escapado ante la motivación de atrapar a aquella hermosa dama de ojos zafiro.
—La atrapé— soltó al tener en sus brazos a la atrevida chica de capa negra.
Ella solo rió intentando soltarse con suavidad.
—Cumpla su parte del trato, señorita... quiero tener el honor de saber el nombre de la dama de hermosos ojos que no puedo dejar de soñar — susurró en el oído de la misteriosa jovencita mientras se apoyaba en el tronco de un viejo árbol.
En respuesta, la misteriosa fémina se giró quedando frente al apuesto hombre chocando miradas que por un momento se hicieron una sola, el azul grisáceo del rubio se perdió en el azul fuerte y profundo de la dama.
Sin perder más tiempo la señorita bajó la capucha que dificultaba la visión a su rostro dejando ver por completo la piel tan blanca, su pequeña nariz y labios de cereza junto a un largo y lacio cabello tan negro como la noche sin estrellas.
Era la mujer más bella que jamás había visto, ni siquiera la belleza de la princesa Bourgeois se comparaba con la de aquella chica misteriosa.
Pasó sus dedos en el rostro inmaculado femenino el cual nunca había podido observar tan cerca, para luego pronunciar — señorita es usted bellísima... ¿Será que acabo de morir y el señor envió a un ángel a recoger mi alma?
Al escuchar aquellas dulces palabras la joven sonrió —o tal vez moriste y soy el ente encargado de llevar tu alma a las tinieblas— la fémina con una sonrisa ladina se deshizo de la pesada capa dejando a la vista un vestido negro con blanco que dejaba sus blancos hombros libres presa del frío, por sus ropajes era de procedencia humilde, el escote era tan rebajado que casi dejaba ver sus pezones, dejando expuesto en su pecho derecho un pequeño tatuaje de símbolos con tinta negra.
El pobre hombre se tensó ante aquella peligrosa belleza —acaso... eres una...
Antes de terminar la oración fue interrumpido por el suave roce de los labios de la mujer.
—Soy lo que usted quiera que sea — respondió sonriente tapando los labios del joven con su dedo índice.
Sin poder moverse, Félix vio como la mujer sin nombre recorría sus manos por su pantalón abriéndolo.
La ya no dulce mujer se agachó con lentitud sin dejar de mirar a los ojos azules del rubio.
Ante la nunca antes vivida sensación, Félix cerró los ojos lanzando la cabeza para atrás arrimándose al tronco del roble a sus espaldas.
—Se-señorita — no podía formular oraciones, el placer que le daba aquella mujer era intenso —que... qué cree que está haciendo — los jadeos y gemidos eran imposibles de reprimir, nunca antes había recibido atención por alguien que no fuera el mismo en esa parte de su cuerpo y menos de tal manera tan indecente.
—Usted es una dama... pare por favor — intentó alejarla, pero ella no tenía planes de detenerse, no hasta cumplir su objetivo.
Félix se dejó llevar hasta que después de unos minutos soltó todo lo que intentó reprimir por culpa de tan bella mujer llena de lujuria.
—Lo-lo lamento — dijo agitado —n-no era mi intención — con prisa le entregó un pañuelo para que ella se limpie el desastre que Félix había cometido.
La mujer lo recibió con una sonrisa para luego limpiar su rostro —no es necesario que se disculpe — se acercó a su oído una vez que los trapos de ambos estuviesen en su lugar —me ha gustado — susurró con voz sensual provocando que el joven herrero cerrará los ojos y sus poros despierten nuevamente.
Pero al abrirlos se encontró solo en el bosque Vincennes bajo la sombra de un gran roble viejo, con la respiración agitada se intentaba convencer de que aquello no fue un sueño; pues a esa mujer la había visto cada día cruzar por la herrería familiar... Hasta su hermano había sido testigo de que esa mujer existía.

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『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧
FanficCorrían los años 1260 en la capital francesa, la Santa inquisición ponía mano dura a la herejía y pronto empezaría a acechar al aquelarre de brujas al cual eran pertenecientes las hermanas Dupain-Cheng. Estaba contra el reloj y debían cumplir el ob...