003| Intruso.

7K 705 106
                                    

  "Vive cada día como si fuera el último, porque un día de estos lo será."  —Spiderman. 

Enterré la nariz en la almohada tratando de no odiarme más de lo estrictamente necesario. Una tarea en extremo difícil si tenemos en consideración los últimos acontecimientos en los que se había precipitado mi tarde.

—Adoro tu ropa interior.

¡Demonios! ¡Qué clase de frase degenerada era aquella! Me removí entre las sábanas, de tal forma que el dedo de Justin dejó de describir círculos difusos en mi espalda.

Giré para mirarle a la cara y que traslade su vista desde mi trasero cubierto con una tela estampada con el logo de Wonder Woman hacia mis ojos.

—Justin... —farfullé tratando de mostrarme serena— así no vamos a solucionar nada.

El chico asintió despacio.

—Desde luego que si cada vez que discutimos terminamos así la comunicación se hace una tarea difícil. Pero es que... —se acercó a mí. Su aliento chocó contra mis labios— me gustas tanto. Me vale estar contigo en un sitio a solas y lo único que quiero es...

Ocultando lo que esas palabras provocaban en mí le di un pequeño empujón para quedar sentada sobre la cama. Una indeleble sonrisa destacaba en las facciones del capitán. La sonrisa que había conseguido enloquecerme hasta el punto de perder mi tan herida dignidad.

Debía ser un delito tener semejante dotación física y usarla de manera tan consciente.

—No quiero que sigan culpándome por lo de tu pierna —admití con la vista fija en la escayola que le impedía jugar el sábado pero que no había podido impedir lo que había pasado hacía unos minutos— me odian. Me detestan. Soy la Viuda Negra.

Justin negó con la cabeza, haciéndose con un mechón de mi cabello.

—Eso es absurdo, Diana. Eres la mujer maravilla. Pero... —pude ver como el ánimo se disolvía a través de su expresión juguetona— no puedo decirle al entrenador lo que pasó. Me echaría del equipo. Sabes lo estricto que es y lo importante que es para mí conseguir una beca de baloncesto. Si llegan a enterarse... mi carrera habrá acabado.

Me mordisqueé los labios, pensativa.

—Lo entiendo... pero no lo comparto. Es decir, debes hacerte cargo de tus actos, Justin. De todos ellos. Si el entrenador os ha prohibido una serie de cuestiones será por algo. Eres libre, racional, y como tal responsable de tu libertad... de lo que llevas a cabo mediante ella y tienes que afrontar las consecuencias que tiene, sobre ti y sobre el entorno.

Justin se levantó de la cama, dándome la espalda. Podía percibir la tensión en sus músculos y como hacía grandes esfuerzo para mantenerse bajo control. Apenas podía sostenerse sin las muletas.

—Fue un error.

Resoplé.

—Exacto. Pero fue tu error, no el mío. Que yo pague las consecuencias de tus actos no me parece justo ni una manera adecuada de llevar nuestra relación... ¡o lo que mierda sea esto!

Estaba cansada. Cansada de la manera infantil que tenía de escapar de sus problemas como un crío mimado. Quizás era exactamente lo que era y las esperanzas que aún tenía depositadas en él eran una forma masoquista de continuar con nuestros encuentros puntuales y de final predecible.

Me desplomé de nuevo en la cama, cerrando los ojos.

—Haz lo que consideres. Supongo que no te delataré. Si hubiese querido hacerlo ya lo habría hecho, ¿no? No hace falta que sigas acostándote conmigo como manera de comprar mi silencio. El instituto se acaba el mes que viene y me iré lo más lejos que pueda de aquí, lo prometo.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora