017| Idiota.

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  Hay una diferencia entre tú y yo. Ambos miramos hacia el abismo, pero cuando nos miró... tú parpadeaste. —Batman.  

—Estás excesivamente sonriente.

Casi de inmediato fruncí los labios, mutando un rostro feliz en una mueca indignada e irritada. Elevé las cejas, entrecerrando los ojos en dirección a la persona que había soltado tan desafortunado comentario.

Excesivamente —repetí, rimbombante— Ardo en deseo de conocer los parámetros que establecen lo que suelo sonreír y ende justifiquen tu observación.

Justin se cruzó de brazos sobre la chaqueta entreabierta del equipo de baloncesto. El pelo húmedo se le pegaba a la frente y provocaba que pequeñas gotas de agua descendiesen por sus pómulos. Destilaba una prepotencia tan basta que semanas después un escalofrío hubiera reptado de arriba a abajo por mi espina dorsal.

—No lo sé —sacudió los hombros, con indiferencia— Sueles mantenerte seria la mayor parte del tiempo —hundió el ceño, mirándome con renovado interés— ¿Has aceptado finalmente mercancía de ese andrajoso al que le compras tabaco?

Un bufido desdeñoso escapó espontáneamente de mis labios. La imagen de los cigarrillos blancos con detalles verdes, recluidos en el forro de la mochila, acudió de forma natural entre mis pensamientos. Me zafé de ella.

—Definitivamente eres un cretino —declaré, dando por zanjada la conversación.

Justin me observó a través de sus densas pestañas, sin medir palabra, como si se replanteara si debía permanecer en silencio o a pronunciarse, corriendo el riesgo de soltar otra estupidez. Mantuvimos una silenciosa disputa cargando nuestras miradas que recayeron sobre el contrario. Caminó todo lo erguido que su lesión le permitía hacia mí, arrastrando la pierna enyesada.

—No te enfurruñes —hizo un puchero, golpeando con su índice mi desprotegida nariz— Mi padre está en Bruselas, en una cumbre de las Naciones Unidas, como diplomático debe convencer a Europa que Estados Unidos ha dejado de ser una amenaza. Desde el asunto de Trump y la bomba atómica nos tienen como un bicho verde. Y mi madre ha ido a Paris, a la Fashion Week... —enredó un mechón de mi cabello entorno a su dedo, acercándose, sin dejarse intimidar por mi cejuda expresión— disponemos del ático para nosotros dos. Puede que lo de la ducha no fuera una buena idea...

—Fue una pésima idea —colaboré interrumpiendo su insinuación.

Quizás pésimo no fuera el adjetivo más acertado para describir el episodio que aconteció hace unos días en la diminuta ducha de mi apartamento.

Justin no se dejó amedrentar.

—Pero tenemos el jacuzzi...

Interpuse mis manos entre ambos, presionándolas contra el pecho del chico, dejando que el aire corriese entre los cuerpos.

—Justin, lo siento, pero no me siento muy cómoda en tu apartamento, de noche y completamente solos.

Él asintió.

—Entiendo —concedió— pero Diana, sabes que se han reforzado todas las medidas de seguridad del edificio. La constructora que nos vendió el piso tiene una demanda por la falta de seguridad que ofrecen sus pisos. Hay guardias y cámaras. La policía está directamente comunicada y su velocidad de respuesta es menor a dos minutos.

Me mordí el labio inferior. Justin podía ser muy persuasivo y conseguía aquello que se proponía... ese era el motivo de que continuara soportando su insufrible persona. De no poseer ese afilado don de gentes jamás hubiera empezado con mi perdición en el vestuario del gimnasio un lluvioso martes de abril.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora