014| Celos.

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Resulta que nadie puede superar el dolor. La vida es trágica, pero también es maravillosa, tierna y extraordinaria. —Barry Allen. 

Saltarse un semáforo rojo la atestada vía repletas de conductores rabiosos... desde luego no era lo más correcto si se tenía un mero aprecio a la vida propia. Separé los labios, sin atreverme a pronunciar las barbaridades que me cruzaron la mente ante la temeraria e ilegal acción de Nicole.

Tras una breve y furiosa batalla conmigo misma opté por obedecer, arrastrando mi maltratado trasero a la tapicería del BMW de la enfermera. No obstante empezaba a arrepentirme.

—Y... —empecé algo insegura fijando los ojos al frente— ¿puedo preguntar a qué viene todo esto?

Nicole incrementó su agarre sobre el volante, presionando los labios e hinchando los pulmones ante mi pregunta.

—Lo entenderás... a su debido tiempo —torció la cabeza y me echó un vistazo— ¿cómo va la brecha?

De manera automática mis dedos buscaron la irregularidad aún latente entre el cuero cabelludo. Había acudido al hospital más cercano a que me limpiaran los puntos y dentro de unos días podría quitármelos. Tragué saliva, recordando vivamente como me granjeé esa herida en particular. No había tenido tiempo en detenerme en el incidente... pero la mirada lasciva e inescrupulosa de ese hombre baboso que disfrutaba de mi estado de indefensible, hasta el extremo de ser capaz de violarme. Si él no hubiera intervenido a saber qué sería de mí en aquellos instantes.

La magnitud de mis pensamientos me desorientó.

Aparté la mano de mi cabello y exhalé un cortado suspiro.

—Mejor, supongo.

Nicole asintió con cierto desinterés y sus ojos recayeron sobre un punto más al sur de mi anatomía. Pude ver un brillo que no supe identificar acompañado de una sonrisilla ligeramente pedante. Me mordí el interior de la mejilla para no instarle a centrase en la carretera y dejar de juzgarme. Intuía que no era del todo de su agrado.

—¿Sabes? —desplazó de nuevo los ojos al frente— Cuando tenía tu edad me planteé hacerme algún pendiente adicional. Siempre pensé que el del ombligo era... muy liberal.

Me miré el abdomen fijando la atención en el piercing plateado con una pequeña gema de cristal roja. Sabía que el comentario no era tan inocente como aparentaba, ya que descubrí un hematoma del que no me había percatado con anterioridad, junto a las cicatrices blancas residuos del accidente.

Maldito Justin, era demasiado... pasional.

Sin ganas de contestar me abroché la sudadera, ocultando mi vientre al descubierto y me acomodé aún más en los asientos, apoyando la cabeza en el cristal.

Oculté la nariz en los pliegues de la sudadera y deseé hurgar en mi mochila en busca de algo para calmar la ansiedad aún latente en lo más profundo de mi ser. Aunque me costaba admitirlo estaba nerviosa desde que había puesto un pie en el coche.

—Y todo esto... ¿tiene que ver con él? —Inquirí despacio sin molestarme en mirarla.

Nicole aguardó unos segundos y tras respirar hondamente, se aprontó a contestar.

—Haces muchas preguntas.

—Quizás —sopesé— pero no es lo habitual que te asalten en mitad de la calle para que te montes en un coche sin un destino conocido. Al menos me gustaría saber ese detalle.

La enfermera parecía impaciente.

—Irrelevante. Mira... Diana, no tengo nada en tu contra —admitió mientras cambiaba bruscamente de carril para tomar un desvío— pero no entiendo que pintas en todo esto. Desde que Fl... Ruby Tiger te trajo aquella noche, inconsciente, a mi piso, cargando contigo en brazos tengo una duda que me carcome.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora