Ruby Tiger [✓].

031| Amanecer.

  Cualquiera puede ser un héroe. Incluso un hombre que hacía algo tan sencillo y reconfortante, como ponerle un abrigo en los hombros a un niño, para hacerle saber que la vida sigue —Batman.

Una caótica torre inestable estructurada con prendas de ropa se tambaleaba precariamente a mis espaldas. De manera profesional hurgaba entre los años de ropa que se acumulaban en el armario, escogiendo con toda la frialdad posible en una situación como aquella.

Debía continuar con mi propia vida, dejar de absorberme por completo a una causa suicida que supera con creces mi comprensión.

Suspiré, derrumbándome en el suelo, hundiendo los dedos entre los restos de tela que continuaban ocupando espacio, re-descubriendo a mis yo anteriores y despreciando cada uno de sus gustos.

La maleta yacía aún vacía en un lateral de la habitación, esperando ser colmada de los rastros de mi vida. Era una oportunidad única, lo que necesitaba para salir de esa ciudad donde nunca terminé de encajar. Si mi padre se marchaba no había nada que me atara, ligara, quedara en ese panorama gris, verde y rojo.

Quizás así podría hacer algo con mi vida. Ser alguien por primera vez, con algo que decir, con personas dispuestas a escucharlo, intentar cambiar la desgastada percepción del mundo que los ciudadanos emulaban en sus mentes.

—Vaya, no esperaba que empezaras todavía —la voz de mi padre ocupó las masas de aire de la habitación. Me giré, esbozando una sonrisa— Parece que estás emocionada.

Me incorporé, dejando el suelo casi irreconocible.

—Así es —concedí, pasándome el dorso de la mano por la frente— los cambios me resultan excitantes. Un nuevo universo de oportunidades se abre ante mí, cambiando cualquier parámetro establecido por mi futuro. Me aterra y me encanta, al mismo tiempo. Además —hice un gesto, abarcando la silueta de mi progenitor— Es un gran honor lo que te espera allí.

James Baker, modesto hasta la muerte, se limitó a encogerse de hombros, tratando de restar importancia a aquel acto que nos trasladaría al otro extremo del país.

—Realmente es una ocasión única y muy halagadora. Que una importante franquicia de la industria del cine se haya interesado por una de mis obras supone un gran paso. La literatura apenas tiene un tercio del alcanza que dispone la gran pantalla.

Sacudí la cabeza en un gesto afirmativo.

—Desde luego. Un año y medio en Nueva York para elaborar el guión con un gran hito y después rumbo a Hollywood para que todo cobre vida, consistencia. Estoy orgullosa de ti, papá.

El hombre avanzó hacia mí, mediante largas zancadas, situándose a un par de centímetros de mi cuerpo. Con lentitud me envolvió, trasladándome a aquel pecho tan familiar y reconfortante, transportándome a un mundo de calidez infantil. Cerré los dedos entorno al suave tejido de su jersey, impregnando mi esencia de su fragancia.

Puede que los abrazos de Flynn lograran ejercer un efecto sorprendente en mi sistema, pero no encontraría tanta paz y ternura como la que hallaba entre los brazos de mi padre.

—Hacía mucho que no me abrazabas —musité con la melancolía tiñendo mi tono de voz— lo echaba de menos.

Me separó con cuidado, dejando sus dedos sobre mis hombros y escrutándome con sus serenos ojos.

—Eso es porque mi niña ha crecido demasiado deprisa, y al parecer no adora tanto a su viejo padre —susurró, acariciándome el rostro con suavidad— ahora debo seguir ultimando el papeleo del trato.