A veces tienes que dar un salto de fe primero, y luego viene la parte de la confianza más tarde.—Superman.
Fue aquella noche. La noche del incidente.
Justin se había saltado la norma del entrenador de no ingerir ni una mísera gota de alcohol. Una botella de vodka después estaba considerablemente borracho. Las palabras brotaban de sus labios de manera confusa.. o quizás se debía al hecho de que yo tampoco me encontraba al máximo de mis facultades mentales.
Ese fue el motivo de que aceptara subirme a un vehículo con él. Incluso en ese estado podía adivinar que no era lo más inteligente del mundo. Sin embargo me dejé llevar por el alcohol y todos aquellos estúpidos sentimientos que me hacían suspirar por el cocapitán del equipo de baloncesto.
Todo iba bien —teniendo en cuenta los atrofiados reflejos del conductor— cuando una silueta se interpuso en nuestro camino. Solo vi su cara durante unos instantes, iluminada por los faros del coche. Entonces de un brusco volantazo Justin nos sacó de la carretera con la magistral suerte de toparse con un árbol al otro lado.
El impacto me cortó la respiración y la lluvia de cristales que procedió al choque me desgarró la piel. Mi acompañante padeció peores consecuencias al fracturarse la tibia en el accidente, quedando definitivamente fuera de los próximos tres partidos que disputaban.
Comencé a temblar ante los recuerdos de aquella fatídica noche y como la historia se había tergiversado de tal manera que la conductora ebria era yo y no la superestrella del instituto. De ahí surgió mi nefasto apodo de la Viuda Negra.
—¿Te encuentras bien? —Inquirió el individuo que tenía justo enfrente, sujetándome de los antebrazos ante mi repentina debilidad. Elevó las cejas, componiendo un auténtico cuadro de preocupación— Diana, sh, tranquila.
Aspiré con dificultad, asintiendo.
A través de mis empañados pensamientos me forcé a sobreponerme. Estaba experimentando en primera persona un hecho con el que fantaseaba. La ciudad entera estaría encantada de estar en mi piel en aquel preciso instante y yo lo derrochaba inútilmente con recuerdos de un día para olvidar.
Centré mi atención en el rostro que había descubierto, fijando cada detalle, grabando a fuego sus facciones cinceladas por una mano experta. En una composición armoniosa su faz era un conjunto de ángulos varoniles de los cuales destacaba la suave forma de su mandíbula y los pómulos. Sus labios era un aspecto que creía tener conocido pero en conjunto con el resto de su cara parecían poseer el tamaño perfecto, siendo el inferior más carnoso que el superior, con una marcada curva. La nariz era alargada y recta; unas densas y rizadas pestañas enmarcaban sus ojos poseedores de aquella particular mirada felina que se acentuaba gracias la acción de unas cejas oscuras; contados lunares se desperdigaban por su tez pálida.
Una densa mata de cabello castaño completaba todos los aspectos descubiertos por la máscara.
De manera inconsciente, el aire que retuve durante un prolongado espacio de tiempo, recluida en lo más profundo de mis pulmones, escapó a través de un encandilado suspiro que le arrancó una sonrisa. Una sonrisa que iluminó hasta el último rincón de su rostro.
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Ruby Tiger [✓].
Science-FictionGANADORA DE LOS WATTYS 2020 EN LA CATEGORÍA CIENCIA FICCIÓN. Serie héroes #01. Misterioso, malhumorado, perezoso, agresivo, caótico, arrogante, incapaz de marcar un rumbo para su vida... y, sin embargo, la única persona en toda la ciudad capaz de im...