Ruby Tiger [✓].

36| Inminente.

  Hay un bien y un mal en el universo y esa distinción no es difícil de hacer.—Superman.  

No sé cuanto tiempo permanecí dormida en una apacible sueño, sin ser consciente de los dramáticos acontecimientos de mi vida, deleitándome en el calor y la comodidad que extasiaban cada centímetro de mi ser.

Durante unos gloriosos momentos la preocupación se había esfumado de mi sistema, dejándome tranquila y profundamente feliz. Una felicidad que no remitió al abrir los ojos y distinguir el rostro de Flynn a una exigua distancia, casi inexistente.

Algo se estrujó traicioneramente en mis entrañas, liberando una legión de rabiosas mariposas que aletearon a lo largo y ancho de mi estómago mientras deslizaba la vista por sus facciones. Cada ángulo, cada curva, cada lunar, era una armoniosa combinación de atractivo masculino. Podía incluso contarle las pestañas, enormes y rizadas, apiñadas unas con las otras.

Dormido y relajado parecía incluso más joven, adquiriendo un matiz aniñado y despreocupado de lo más interesante.

Un suspiro escapó de mis labios ante mi exhaustivo examen, mostrando hasta que punto estaba perdida por aquel magnífico ser. Un acontecimiento que me planteaba en una encrucijada bastante tensa... ¿cómo podía abandonar San Francisco y empezar una nueva vida si eso significaba apartarme de su lado?

Si tan solo...

El hilo argumental de mis pensamientos se rompió ante el movimiento del cuerpo que yacía a mi lado. Flynn se removió, deshaciéndose de las últimas telarañas del suelo, abriendo con dificultad los ojos, brindándome la visión de sus vivaces ojos verdes.

Una franca sonrisa elevó la comisura de sus labios en el momento que su mirada reposó sobre mí. Enrojecí inevitablemente, siendo descubierta in fraganti en una vergonzosa acción.

—Buenos d... —traté de saludar, aparentando normalidad, pero mis palabras se extinguieron en los labios de Flynn que aprovechó mi breve instante de turbación para abalanzarse de nuevo sobre mí.

Cuando se separó una mueca de satisfacción centelleó en su rostro divertido.

Emití un gruñido ahogado.

—Días —terminé masticando las sílabas— parece que alguien se ha levantando de buen humor.

—Podría decirse así —concedió desplegando sus dedos que maniobraron sobre mis mejillas, apartando pequeños mechones de cabello— supongo que es ineludible a tu presencia aquí, en mi cama, desnuda.

Hizo hincapié en la última palabra mandando una nueva oleada de electricidad por mis nervios e inflamando mi rostro en llamas. Presioné los labios, permitiendo que mi ceño se frunciese.

—Eres un felino al extremo travieso —murmuré recuperando la compostura y sonriendo a mi vez— y es preciso subrayar que tú también estás desnudo en estos instantes.