051| Confesiones.

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Siempre estaré ahí. Siempre, no son los poderes, ni la capa, se trata de defender la justicia. Mientras queden personas buenas como tú ahí fuera. Yo siempre estaré ahí —Superman. 

—Parece bastante acogedor. Nada siniestro, desde luego que no.

Una sonrisa ladeaba centelleó con brevedad en las facciones serias de mi acompañante. Apenas había pisado el vehículo habría pronunciado más de dos frases seguidas, muchos menos entablado una conversación con mínimo de coherencia.

Y ahí estábamos, frente a un edificio gigantesco de un blanco impoluto en un área alejada al menos diez kilómetros del término municipal de la ciudad.

—Sobretodo el detalle de los muros y las torres de vigilancia —musité, suspirando.

Flynn se estiró en el asiento del conductor sin despegar los ojos de la estructura de cemento y acero.

—Era una antigua cárcel de alta seguridad para presos especialmente peligrosos con riesgo de fuga. Fue diseñada como una construcción inexpugnable, con al menos diez cámaras cada metro cuadrado, cerraduras electrónicas con necesidad de identificación y puertas blindadas de titanio —tamborileó los dedos en la tela sintética del volante— Fue abandonada hace un par de años y el FBI lo convirtió en un centro de investigación de alto secreto.

Parpadeé, considerablemente impresionada ante la nueva información.

—¿El señor Morris sigue trabajando para el FBI?

El pecho del híbrido se desinfló cuando un lánguido suspiro abandonó sus labios. Paseó la mirada por los hombres que montaban guardia, encaramados a los altos muros.

—En parte. Oficialmente su investigación fue clausurada por los métodos que empleó, pero hay una pequeña administración que aún le financia. La expectativa de unos supersoldados nunca dejará de interesar a un gobierno en constante guerra con Oriente.

Asentí, muy a mi pesar. La ansiedad había iniciado su lento y paulatino recorrido por mi sistema, desbaratando mis planes de permanecer calmada y calculadora en una situación tan peliaguda.

—Perfecto —farfullé con amarga ironía.

Por primera vez en un dilatado espacio de tiempo los ojos de Flynn se reorientaron, enfocándose en mi persona. El pulso se disparó desde lo más profundo de mi ser cuando quedé atrapada en aquel remolino tan particular de colores.

A la luz anaranjada del atardecer el verde se fundían con el oro que constituía un fino anillo entorno a sus pupilas. Había una infinidad de sensaciones y pensamientos desperdigados en ellos, de tal magnitud que me era imposible identificarlos.

—Deberíamos entrar —pronunció en voz baja, apenas un susurro que se filtró entre sus labios.

Quise mover la cabeza, pero me encontraba paralizada ante aquella mirada, que sin poseer los brillos sobrenaturales que su otro ser presentaba, era gloriosamente extraordinaria.

La comprensión dilató la negrura de sus pupilas que engulleron mi propio reflejo.

Por algún motivo me costaba respirar y mis inhalaciones eran irregulares y más fuertes de lo habitual.

—No estoy preocupada —confesé— a pesar de todo lo ocurrido mi fe en ti se sigue manteniendo intacta. Tampoco el hecho de poder volver a sufrir dolor físico o morir me inquieta demasiado, ¿cuántas veces he estado al borde de la muerte? Yo... sonará estúpido e infantil pero, sé que nos enfrentamos a un hombre delirante e inteligente, a la experimentación cruel y fría con numerosos niños y yo... yo solo puedo pensar en una cosa.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora