027| Visita.

4.2K 483 95
                                    

A veces la verdad no es suficiente. A veces la gente necesita más —Batman. 

Me estremecí al tiempo que sus fríos labios acariciaban los míos, con una delicadeza y lentitud desesperante. Sus dedos resbalaron por mi empapada melena, enredándose en ella, aumentando la intensidad de corriente que reptaba por mis nervios. Pequeñas gotas provenientes de su cabello impactaban sobre mis mejillas mientras el tiempo se detenía bruscamente, dejándonos en una burbuja irrompible que perduraría ante el contacto.

Con la mano libre condujo mi cuerpo hacia él mismo, permitiendo que el frescor de nuestras ropas se fusionara, uniendo el compás errático de mi corazón con el suyo.

Profundizó el beso, dejando que su juguetona lengua invadiese hasta el último recoveco de mi boca, endureciendo el ritmo con el que sus labios se amoldaban, robándome todo el oxígeno que mis pulmones llegaron a albergar.

Era un delirio eléctrico que contrajo mi ser, abandonándose frente a él, anhelante entre sus fuertes brazos.

No era suficiente, sin embargo.

La necesidad embargó mi organismo, permitiendo que mis propios dedos vagaran sobre su anatomía, acariciando los cortos cabellos que nacían en su nuca. Jugueteé con ellos, disfrutando del hechizante tacto de las hebras mojadas de su cabello, perdiendo la cordura en cada roce de su boca sobre la mía.

Me sostuvo el rostro con ambas manos y sentí como todo iba perdiendo fuerza. Percibí el agónico llanto de cada centímetro de mis labios cuando paulatinamente quedaron expuestos nuevamente al aire.

Cada fibra de mi alma aún temblaba y apenas era capaz de respirar debidamente cuando presionó su frente sobre la mía, manteniendo la cercanía pero finalizando aquel glorioso instante.

La lluvia volvió a ser audible en mi sistema auditivo, la burbuja que me aislaba de la realidad explotó, se desintegró, ante la falta de fricción de sus labios.

—No te hará daño, Diana —murmuró con voz ronca.

Me obligué a abrir los ojos que mantenía cerrados desde que su repentino gesto desencadenó en aquella locura. Suspiró, golpeándome en el rostro con su cálido aliento, flaqueando el agarre que me mantenía firme sobre mis piernas.

—No lo malinterpretes.

Un extraño tono tiñó su voz, dejando que un sentimiento ambiguo se filtrara en sus palabras, despertando un desazón difícil de explicar que me hizo temerme lo peor.

Traté de respirar con normalidad, regular las constantes disparadas de mi revolucionado organismo, reorganizando los pensamientos que se movían en un caótico desfile. Liberarme del embrujo de todo aquello y analizar fríamente la situación, separando los conceptos que la formaban.

Con un alarde de fuerza de voluntad presioné mis manos sobre su pecho, ejerciendo una presión cada vez mayor. Me mordí con rabia el labio inferior, donde seguía el recuerdo táctil del beso, al tiempo que sus dedos resbalaban por mis mejillas, volatilizando cualquier rastro de contacto entre ambos cuerpos.

El frío regresó, con mayor ferocidad haciendo más patética la situación.

Clavé con seguridad mis ojos sobre los suyos, percatándome del considerable tamaño de sus pupilas dilatadas que habían logrado extinguir el anillo ámbar que las rodeaba, dejando el verde oscuro, pobremente iluminado por le cetrina luz de tormenta.

Aún seguía respirando aceleradamente, alterado y su mirada se había tornado inescrutable. Tenía los labios presionados y ambos puños inmóviles, apretujados, sellados, con el color huyendo de los nudillos, a ambos lados de su tronco.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora