018| Sospechas.

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"Nuestra propia naturaleza puede ser una carga y a veces una maldición" —Adam Warlock  

Los cómics se desperdigaban en un desordenado desastre que cubría parcialmente el suelo de la habitación. Las únicas luces que luchaban contra la oscuridad, brindando al espacio de penumbra provenían de las farolas de la calle, cuya luminosidad penetraba a través de la ventana y el brillo blanquecino que desprendía la pantalla encendida del ordenador.

El humo corrompía las masas de aire que ocupaban el volumen del cuarto, pero me era indiferente, acostumbrada a concentraciones más altas de productos nocivos. Una delgada columna de dicho humo se enroscaba en espiral muy cerca de mis labios, que degustaban con calma el cigarrillo.

Deslicé los dedos por el ratón táctil del dispositivo que descansaba sobre mis piernas cruzadas. Hurgaba entre una serie casi interminable de noticias, que se actualizaban cada hora, detallando todas y cada una de las intervenciones de Ruby Tiger a lo largo y ancho de la ciudad. Los testimonios de testigos que hablaban acerca de su particular forma de actuar.

Decenas de blogs subían reseñas, artículos y fragmentos de la prensa dando su propia opinión al respecto.

Después de releerme por enésima vez los números que narraban las aventuras ficticias de héroes irreales, había comenzado mi búsqueda de respuestas por Internet.

Mi buscador se encontraba atestado, además, de una serie de artículos de revistas científicas, plagadas de hipótesis acerca de las probabilidades de éxito de implantar un fragmento de una cadena de ADN de una especie distinta al genoma humano. Todas mostraban su inconformidad con los resultados... pero era obvio que, en algún laboratorio del país, alguien había logrado semejante hazaña.

La pregunta era: ¿cómo? Y quizás ¿por qué?

Ambas me llenaban de incertidumbre. El cómo se escapaba a mi comprensión... pero tenía una sospecha acerca del porqué. Si los seres creados eran tan formidables como Flynn —su nombre seguía descuadrando entre mis pensamientos, como si fuera un secreto del que no era merecedora— dotados con agilidad sobrehumana, fuerza formidable, sentidos hipersensibles, garras y colmillos retráctiles a favor de la merced del usuario y un prodigioso organismo capaz de regenerarse cien veces más rápido de lo normal... podrían ser empleados en asuntos de guerra.

Solados imparables, invencibles, pero... ¿con qué propósito? Las guerras aún continuaban vigentes, asolando gran parte del continente asiático. Estados Unidos tras el desastre nuclear, optó por suministrar a sus aliados terribles armas biológicas, vetas de virulentas enfermedades infeccionas, e incluso la nanotecnología estaba al servicio militar.

Había demasiadas piezas del rompecabezas que estaban fuera de mi alcance.

Cerré los labios en el borde del cigarrillo, dando una profunda calada que lo hizo sucumbir entre mis dedos. Exhalé el humo en un suspiro prolongado mientras me inclinaba sobre el teclado.

Se me empezaban a agotar las ideas acerca de lo que debía buscar que mitigara mi incertidumbre. Ardía en deseos de comunicar a mi padre las dudas que me asolaban, pero sospechaba que estaba demasiado inmerso en su nuevo proyecto. Se pasaba horas escribiendo, sin comer, ni hablar. Se limitaba a hidratarse y a fumar.

Éramos demasiado parecidos.

Una parte de mí necesitaba desesperadamente a James Baker, pero este se encontraba fuera de servicio. E incluso mi madre, Gabriela Baker, poseía información sobrada acerca de Ruby Tiger y quizás pudiera proveerme de algún detalle en particular.

Con un gruñido fastidiado cerré los ojos, presionando la nuca contra la pared.

Permanecía así un par de minutos hasta que unos golpes en la ventana me obligaron a entreabrir los párpados. Tardé unas milésimas de segundo en lograr enfocar la figura que se encontraba al otro lado de mi ventana, y cuando conseguí definir su contorno, me resultó inverosímil.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora