043| Desintegración.

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No me hago responsable de los sentimientos que puede producirse este capítulo, lee bajo tu responsabilidad y si eso despotrica en los comentarios, corazón.

No voy a matarte, pero tampoco voy a salvarte —Batman.

Los segundos se dilataban, empequeñeciendo el ritmo de mi desbocado corazón que retumbaba en lo más profundo de mi ser, arrastrando anhelos y emociones inconmensurables. Tenía tantas preguntas que formular que mi sistema fonador permanecía inerte, a la espera de una señal de que todo aquello fuera real y no una mera imaginación tergiversada por mi deseo de tenerlo de nuevo frente a mí.

Torpemente logré darme la vuelta, encarando a ese individuo que tanto había cambiado mi vida desde hacía unas semanas. Mis ojos vagaron por su anatomía, resaltando las diferencias que mantenía con la imagen que atesoraba en mis pensamientos.

Cuando su mirada apresó la mía cualquier duda acerca de su veracidad se esfumó de mi panorama mental, una vez que me vi envuelta en aquel tornado de emociones y tonalidades de verde. Demasiados sentimientos luchaban, uno con los otros, en un océano tempestuoso que aflojó la presión de mis debilitadas rodillas.

Fue entonces cuando separó los labios, tras un infinito duelo de miradas.

—Diana...

Perdí todo el aplomo que disponía ante el tono con el que pronunció y dio forma a mi nombre. Había tanto contenido en aquellas vulgares cinco letras, un susurro roto y sin embargo tan fuerte que colapsó el aire.

De mis propios labios escapó su nombre en algo semejante a un suspiro.

Haciendo gala de la rapidez, elegancia y sutileza que dejaba en ridículo las habilidades del ser humano más sigiloso del planeta, lo tuve frente a mí, a escasos y dolorosos centímetros. Las luces de emergencia que se filtraban por la puerta entreabierta incidían en su rostro, resaltando las sombras de sus facciones, obligándome a tragar saliva.

Sus ojos se desprendieron de los míos, permitiendo que el flujo de oxígeno volviera a recorrer mi sistema respiratorio, para deslizarse con lentitud por la aparatosa monstruosidad de mis escayolas. Pude apreciar, incluso tras el vello facial, como los músculos de su mandíbula se tensaban.

¿Era realmente inapropiado que pensara que aquel estilismo desaliñado le hacía devastadoramente sexy?

Al percatarme del considerable tiempo que habíamos permanecido en silencio, nutriéndonos de la presencia del otro, me obligué a retomar el hilo argumental de mis pensamientos.

Había demasiados puntos que aclarar, demasiadas cuestiones que debían ser resueltas, como para desperdiciar el tiempo en un imperturbable silencio —por mucho que disfrutara contemplándolo sin más que no arrojaría luz al asunto.

En el instante que las palabras regresaron a mi boca y tomaba el aliento necesario para expresarlas los largos dedos de Flynn serpentearon por mis mejillas, ansiándome por el rostro. Una milésima de segundo después tenía su boca sobre la mía, besándome con desesperación, anhelo y una intensidad tales que perdí el contacto con la realidad.

Todos aquellos pensamientos que había logrado reagrupar desaparecieron como si jamás hubiesen existido, mientras era mecida por la cruenta lucha de nuestras bocas moviéndose juntas.

La sangre me zumbaba en los oídos mientras cada célula de mi cuerpo temblaba, embriagada por la pasión que reflejan los movimientos del superhéroe. Mi brazo sano se alzó sobre nosotros, aferrándose a su cuello, hundiendo los dedos en la densa mata de cabello azabache.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora