049| Brizna.

2.8K 349 35
                                    

Debemos compartir cualquier bien que tengamos. La vida no es una competición para ver quien posee más. Es una bendición el poder de disfrutarla, respetarla y amarla.—Wonder Woman.

La vuelta de la higiene personal a mi vida fue recibida con gran acogimiento en mi casa. Percibí como la tensión que hasta entonces se acumulaba en los gestos de mis progenitores se relajó ante mis aparentes y renovadas ganas de continuar con mi día a día.

Un entusiasmo que por mi parte no compartía, demasiado concentrada en lo que podría estar ocurriendo con Flynn en aquellos instantes que tan siquiera me percaté de las nuevas miradas que se fijaban a mi paso por el instituto.

Desde aquella noche en la que Brett optó por irse, me obligó a permanecer al margen hasta que urdiera un plan con visiones de éxito. Su intención era no despertar sospechas en el señor Morris y contar con el elemento posible.

Me preguntaba si eso era realmente factible. No en vano parecía conocedor de hasta el último pensamiento antes de que el propio Flynn le diese forma. Por otro lado la recién descubierta rebeldía del temible Dark Claw parecía el único hecho que teníamos a favor.

Y luego estaba el pequeño problema de que mi propio corazón se detenía cuando me encontraba a su lado, la forma casi desesperante en la cual su aroma obnubilaba mi juicio y la aplastante indiferencia con la que me trataba.

Era eso... una indiferencia que se clavaba en mis entrañas como afilados puñados de hielo. Cualquier falta de roce, como si todo aquello que nos mantenía atados hubiese muerto por su parte.

Debo ser sincera y reconocer eso me aterraba más que mi propia muerte a manos de maniáticos obsesionados con la fama y el reconocimiento.

Suspiré, liberando toda la pesadumbre que me atenazaba en forma de oxígeno, captando la atención de dos estudiantes situados cerca de mi posición.

Me fijé en el cambio de su postura y no me pasó desapercibida la sonrisa bobalicona que relució en el rostro de la muchacha rubia que parecía a punto de fusionarse con su archivador, el cual mantenía firmemente apretado contra ella.

Mis cejas se fruncieron de forma automática, sorprendida.

Una confusión que duró los instantes que me demoré en darme la vuelta, descubriendo el revuelo de tantas hormonas.

—¿Cómo te encuentras? —sus conciliadores ojos oceánicos escrutaron mi rostro buscando en él signos de cansancio o arranques suicidas.

Compuse la mejor sonrisa que fui capaz.

—He estado mejor —reconocí con cierto matiz cansado en la voz— pero también peor, supongo. ¿No deberías estar en el entrenamiento?

Justin resguardó las manos en su amplia sudadera celeste y sacudió los hombros, con simpleza.

—No es buena señal que trates de darme largas, Diana —remarcó y capté un tono del mismo cansancio que yo misma sentía.

Quizás yo no era la única preocupada por alguien que no me hacía el menor caso. Cerré los ojos durante un segundo, regañándome mentalmente por ser tan desconsiderada y egoísta.

—Lo siento —me sinceré— no pretendía ser brusca. Solo que tengo demasiadas cosas en la cabeza, apenas soy capaz de hilar una serie de pensamientos coherentes e inmediatamente después otros aparecen y los trastocan —me rasqué la nariz, contrariada— extraño lo simple que era mi vida antes de todo esto.

Justin me indicó un gesto que comenzásemos a caminar, alejándome del par curioso que revoloteaba a nuestras espaldas. De mala gana despegué mi cuerpo de la pared y me dispuse a seguir sus pasos. El verano comenzaba a dar señales de su proximidad y las temperaturas eran cada vez más altas, obligándome a recurrir a prendas que dejaban expuestos los irregulares hematomas que salpicaban mi tez pálida.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora