045| Advertencias.

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Solo quiero darte las gracias porque tu odio, fue lo que me dio fuerzas —El Joker.

En aquel instante deseé despertarme de la extraña pesadilla que estaba viviendo. Pero, comprobé con horror, que aquello no era una mera imaginación mía y que realmente ese ser se encontraba en los mismos metros cuadrados que mi persona.

Para ser concretos: en mi propio baño.

Demonios, ¿qué tenían estos mutantes para no ser capaces de comprender la intimidad que implicaba un lugar como ese?

Exhalé una profunda bocanada de aire, fracturando el silencio que se había interpuesto en las masas de aire, cargándolas de una tensión desquiciante.

—¿Por qué debería fiarme de tus advertencias? —murmuró con cuidado. La curiosidad se mezcló con el profundo recelo que experimentaba.— Te es indiferente mi bienestar. De hecho, durante días me comentaste lo gratificante que sería acabar con mi vida.

Los ojos bicolor de Brett se entrecerraron, adquiriendo un brillo alterno. Me examinaba con detenimiento y frialdad, como si todo lo que hubiese expulsado por los labios fueran palabras banales y carentes de sentido para él.

—No voy a insistir al respecto —pronunció casi con aburrimiento— si no pretendes hacerme caso, me iré.

Debería haberle insistido, aconsejado y exhortado que se largara de ahí, que volviera a dejarme sola, permitiéndome regodearme en mi recuperada vida normal.

Debería.

—¿Cómo puedo confiar en ti?

Una sonrisa espeluznante estiró la comisura de sus labios. Todo su ser extrapolaba una sensación de peligrosidad que resultaba incluso macabra combinada con aquella mueca tan angelical y al mismo tiempo... depredadora, que exhibía.

—Oh, vamos, Diana. Ambos sabemos que eres lo suficientemente inteligente como para no confiar nunca en mí. Pero no te pido eso. Solo que estés dispuesta a escucharme —hizo un ruido de desagrado— Porque como tu novio continúe con esa actitud no sé cuanto tiempo tardaré en matarlo.

Cerré los ojos, ante la mención indirecta y sarcástica hacia Flynn. Una sensación opresora se instaló en mi pecho, aglutinando la ansiedad y el dolor aún latentes.

—Está bien —mi voz salió monótona, carente de emoción palpable— Dame unos minutos.

—¿Unos minutos? —Las cejas rubias del individuo se alzaron.

Asentí con rotundidad.

—Tengo que vestirme —declaré.

Brett puso los ojos en blanco, pero no se movió. Se limitó a cruzar los brazos sobre el pecho y ladear la cabeza, expectante. Tragué saliva, aturdida.

Desde luego aquello no podía ser real.

—Tienes que irte —apremié, tajante.

Una risotada emanó de los labios de Dark Claw que pareció gratamente divertido ante el tono chillón con el que expresé esas palabras.

—No —alzó los hombros— no pienso irme a ningún sitio cuando empieza algo íntimamente interesante.

—No —alzó los hombros— no pienso irme a ningún sitio cuando empieza algo íntimamente interesante

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Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora