033| Bestia.

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Las cicatrices nos recuerdan que el pasado es real —El Joker.

Los segundos se propagaban al igual que la sangre que brotaba lenta y perezosamente del cuello desgarrado de la enfermera. El color había abandonado su rostro, el cabello rubio parecía un enredo blanquecino, incluso la sangre de un oscuro color rojo parecía carente de vida.

Nicole había muerto.

Aquel pensamiento aún flotaba de manera incoherente en mi mente, como si aquello se tratara de un mal sueño del que estaba a punto de despertar. La realidad parecía haberse alterado de forma absurda y estúpida.

Flynn seguía sujetando el cuerpo sin vida de la mujer, murmurando palabras que no alcanzaba a escuchar, dejando en libertad amargas lágrimas que le surcaban a intervalos irregulares las mejillas.

Aspiré una ronca bocanada de aire, dando un torpe paso en su dirección, sintiendo el suelo sacudirse a mis pies. Terminé cayendo de rodillas a su lado, siendo plena espectadora del rostro ceniciento y sin vida de Nicole.

Una maraña de emociones surgió desde lo más profundo de mi ser: la amargura, la impotencia, la tristeza, el dolor, la turbación, la sorpresa... se entremezcló entre mis venas, dejándome desamparada, incapaz de vocalizar palabra alguna.

Alargué los dedos, tratando de ocultar esa mirada vidriosa y perdida en el techo, cerrar sus párpados para la eternidad, otorgarle un descanso después de su sesgada vida.

—No la toques.

No pude evitar el brinco que estremeció mi cuerpo ante aquella oración. Alcé la vista, digiriendo el tono con el cual me hizo referencia. En él brillaban la repugnancia, el dolor y la rabia, consumiendo la habitual suavidad, ahora carente en sus palabras.

—Flynn —alcancé a murmurar escuchando mi propia voz hueca y fuera de lugar.

El individuo que tenía enfrente negó con lentitud, clavando su mirada en mí. Si su tono provocó ese agrio efecto, su gélida mirada consiguió congelarme la sangre en las venas. El odio rezumaba de aquellos ojos que habían perdido cualquier rastro de fuerza, incluso su excepcional iris parecía haberse apagado. Respiraba con dificultad, tratando a duras penas de contenerse.

—Cállate —me exhortó con la rabia filtrándose en su tono— y vete.

Entreabrí los labios, noqueada.

—Pero...

—¡HE DICHO QUE TE VAYAS! —Rugió y un timbre salvaje e inhumano hizo que un nuevo terror aflorase en mí.

La presencia de un par de colmillos se hizo patente en sus labios ante aquel desmesurado grito, al igual que la reluciente peligrosidad que surgió en el brillo verde-ambarino de sus ojos.

Retrocedí, aterrada ante la faceta descontrolada de Ruby Tiger que parecía a punto de perder la cordura y lanzarse hacia mí, en un intento de paliar su dolor. Por primera vez un claro instinto asesino refulgió en su mirada gatuna, similar al de Dark Claw.

Solo fui testigo de la rabia, el odio, la repugna y el inmensurable dolor que sentía. No había rastro de tristeza, ni fragilidad, si se estaba fragmentando, rompiendo, quebrándose por dentro conseguía ocultarlo con su patente amenaza.

Una solitaria lágrima sobrepasó las fronteras de mis párpados, deslizándose con lentitud por mi rostro, ante mi impotencia.

—¡FUERA! —Bramó, con impaciencia— Hazme el favor de desaparecer, Diana.

Me incorporé, apretando los puños, tratando de no exteriorizar el daño que me estaba infringiendo. Nunca pensé que mi nombre pudiera sonar tan terrible en sus labios, tan repleto de animadversión.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora