040| Creer.

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La vida no nos da un propósito. Somos nosotros quienes le damos un propósito a nuestras vidas —Barry Allen.

—Si esto es un juego, tienes un sentido de la diversión de lo más retorcido —farfullé, dejando que mi voz ondulara por las masa de aire que nos rodeaban al tiempo que fruncía el ceño.

Pestañeé cuando, tras un breve parpadeo, la bombilla que oscilaba un par de metros por encima de mi cabeza se encendiera, desperdigando luz por la sala que había permanecido en absoluta e inquebrantable penumbra por un tiempo que había percibido como una diminuta y desesperante eternidad.

Lo primero que logré ver con total claridad fue la grotesca sonrisa del individuo que me había conducido hasta allí sin añadir más que unas frases ambiguas y carentes de significado para mí.

—Oh, no tienes ni idea de lo retorcido que puede llegar a ser —aunque su tono de voz podría considerarse suave había algo espeluznante en su forma de decirlo— y aunque sospecho que esto será divertido, no hay malicia en mis acciones. Simplemente pretendo mostrarte parte de una verdad que desconoces.

No contesté y aparté la vista de aquellos ojos que parecían desmenuzarme a través de una simple mirada. Si su apariencia humana no podía ocultar era el peculiar brillo sobrenatural que refulgía en el interior de los pozos sin fondo que constituían sus iris. Además del aura de peligrosidad y ferocidad que su mera presencia trasmitía.

Tan similar y al mismo tiempo radicalmente distinta a la de Flynn, que si bien lograba erizar hasta el último vello de tu cuerpo poseía una luminosidad que desterraba las tinieblas de sus ojos verdes.

—No creo que tengamos unos gustos de cine similares —comenté, escondiendo la inseguridad en el pellejo de un sarcasmo mordaz— Imagino que te gusta géneros como el gore y prefiero la ciencia ficción.

Brett, quien se encontraba manipulando un monitor a unos pasos a mi izquierda sacudió la cabeza, como si encontrara mi comentario cómico. La verdad desconocía el motivo de mi momentáneo desplazamiento, pero agradecía un cambio de escenario.

—La ciencia ficción —masticó las sílabas irguiéndose— palidece en comparación con lo que puedo hacer. Deberías estar familiarizada con lo impactante que puede resultar la realidad en ciertas ocasiones.

Me permití la imprudencia de cerrar los ojos un segundo, inevitablemente traspasada a unos recuerdos que aún vibraban en las fibras de mi ser.

En aquel recordatorio obtuve un pinchazo en lo más profundo de mi corazón, avivando cualquier sentimiento que albergara por Flynn.

Demonios, con lo fácil que hubiera sido continuar acostándome usualmente con el cocapitán del equipo de baloncesto. Tenía que haberme enamorado loca e irremediablemente de un hombre gato.

—Quizás me guste la ciencia ficción por los ideales que persiguen sus protagonistas, que, a pesar de todo, lo distintos que puedan ser, presentan sentimientos y esperanzas humanas —contradije volviendo a abrir los ojos.

Las cejas rubias de Brett se arquearon.

—Eso es porque el guión lo ha escrito un hombre como cualquiera dotado de un poco más de imaginativa. No tienes ni idea de lo inferiores y molestas que pueden resultar las mentalidades humanes —hice un gesto desdeñoso, distraído, con el dedo.

—Creo que deberías recordar que aquel al que llamas padre es un humano, igual que yo, e igual que todos los ciudadanos de esta ciudad. Tu menosprecio y la manera en la que nos infravaloras será la causa de tu perdición.

Antes de que pudiera pronunciar correctamente la última palabra sentí como era impulsada hacia atrás, golpeándome con brusquedad contra una de las paredes. No tuve tiempo de dar importancia a la descarga de dolor que se extendió por la zona porque me vi atrapada en la presencia de Dark Claw, quien, alterado por mis palabras, consiguió esfumar cualquier rastro de seguridad que me esforzara por mantener en pie.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora