006| Honor.

6.3K 698 56
                                        

  "Las convicciones son un lujo para aquellos que se mantienen al margen." —Spiderman.  

La charla se prolongó durante el tiempo suficiente como para que conciliase el sueño en contra de lo que pensé en un principio. El cansancio se sobrepuso al dolor y la curiosidad de tal manera que sucumbí a morfeo dejándome arrastrar a una realidad ficticia mucho más placentera.

No puedo asegurar con certeza cuando tiempo dormí pero no debieron ser más de un par de horas porque cuando abrí nuevamente los ojos me topé con un silencio de ultratumba.

La casa estaba en una calma espeluznante. Habría continuado en mi sueño de no ser por las imperiosas ganas de encontrar un baño.

Lentamente me incorporé con especial cuidado de no marearme. Escaneé la oscuridad cuando mis ojos se hubieron acostumbrado a la misma.

Me puse en pie bostezando sin estar muy segura que camino tomar. No tenía pinta de ser un piso con unos extensos metros cuidados pero tampoco tenía las agallas suficientes como para ir abriendo puertas al tuntún a riesgo de encontrarme desagradables sorpresas.

Terminé caminando sin rumbo hasta toparme con la puerta entreabierta de lo que parecía la terraza. El frescor emanaba de la pequeña rendija de manera tentadora.

Tiré de la camisa de Justin hacia abajo —a pesar de ser el capitán del equipo de baloncesto no destacaba por ser especialmente alto y su prenda no cubría mi abochornante ropa interior— mentalizándome para salir.

No pensaba hacer mis necesidades en un tiesto pero un poco de aire nocturno quizás sirviera para esclarecerme la mente.

La terraza estaba desierta en contra de mis tempranas sospechas. Aspiré el aire colapsado de oxígeno con matices de gasolina provenientes de la autopista que pasaba unos metros por debajo. Una única mesa algo desvencijada presidía el reducido espacio.

Me encaramé a ella, fusionando mi pecho contra las rodillas en un intento de darme calor humano y contemplé la inmensidad de la noche en una ciudad que no descansaba. Las luces de los edificios y las farolas no permitían que las estrellas mostraran su casi extinto brillo.

—Deberías estar descansando.

Giré el cuello para encontrarme con la misma mujer de antes, la dueña del piso. Una bata gris cubría su pijama y parecía necesitar un sueño reparador mucho más que yo.

—No podía dormir —admití y redirigí mis ojos al paisaje— demasiadas cosas en las que pensar.

Escuché el crujir de sus pasos a mi espalda.

—Comprendo. Yo en tu lugar tendría demasiadas cosas en la cabeza, así que... adelante, pregunta.

Me mordisqueé los labios, reorganizando todas aquellas dudas que me carcomían por dentro. Se estableció un orden de jerarquía entre la series de cuestiones que flotaban rabiosas entre mis pensamientos.

—¿Dónde está? —Inquirí en voz baja como si eso bastara para fingir desinterés.

Una voluta de humo escapó de los labios de la enfermera antes de responder.

—¿Quién sabe? ¿Nunca has tenido un gato? —Sonrió de manera irónica— son bastante desagradecidos. Aparecen cuando quieren y solo cuando precisan algo, nunca avisan de cual es su siguiente destino o si volverán a aparecer. Antes de hoy... llevaba días sin verle.

Su acento se tiñó de un matiz amargo que llegó a inquietarme.

—¿Cómo le conociste? —Mi gen cotilla no pudo soportar un segundo más de posponer aquella cuestión.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora